A los exagentes les serán sumadas condenas federales previamente impuestas que oscilan entre los 10 y los 40 años tras las rejas.
Después de un juicio exhaustivo, un tribunal del condado de Rankin, Mississippi, ha dictaminado sentencias de entre 15 y 45 años de prisión para seis exagentes de la Policía de Rankin por torturar a dos ciudadanos afroamericanos a principios de 2023.
Las condenas estatales se suman a las previamente impuestas por un tribunal federal, que oscilan entre los 10 y los 40 años tras las rejas.
Los exagentes fueron declarados culpables de conspiración para obstruir a la justicia, allanamiento de morada y agresión agravada. Christian Dedmon, Hunter Elward, Jeffrey Middleton, Daniel Opdyke, Brett Morris McAlpin y Joshua Hartfield han sido nombrados en este caso que ha estremecido a la nación.
Christian Dedmon, condenado previamente a 40 años a nivel federal, enfrentará ahora 25 años. Hunter Elward, quien recibió 20 años en el tribunal federal, ha sido sentenciado a 45. Jeffrey Middleton, Daniel Opdyke y Brett Morris McAlpin enfrentarán 20 años cada uno, mientras que Joshua Hartfield cumplirá 15 años tras las rejas.
Los seis expolicías atacaron, arrestaron sin causa, golpearon y acusaron falsamente a dos hombres afroamericanos.
Estas condenas se derivan de un horrendo incidente en el que los seis expolicías atacaron, arrestaron sin causa, golpearon y acusaron falsamente a dos hombres afroamericanos. Además, Elward confesó haber colocado una pistola en la boca de una de las víctimas, causándole graves heridas.
Los afroamericanos fueron obligados a desnudarse, a ducharse juntos y a beber líquidos como aceite de cocina y alcohol, mientras recibían insultos racistas y descargas eléctricas. Los agentes intentaron encubrir sus acciones, incluso acusando falsamente a las víctimas de posesión de armas y drogas.
Estos actos despreciables llevaron al juez del distrito federal de Jackson, Tom Lee, a imponer las condenas federales, describiendo los crímenes como "atroces y despreciables".
El caso ha sido un recordatorio angustiante de los abusos de poder y la brutalidad policial que continúan afectando a las comunidades minoritarias en Estados Unidos. Sin embargo, estas condenas representan un paso crucial hacia la justicia para las víctimas y un mensaje claro de que tales atrocidades no serán toleradas en una sociedad que busca igualdad y respeto para todos.