Para la mayoría de los votantes, en el 19 de mayo venidero, el presidente Luis Abinader es hoy un candidato invencible.
Por Luis S. Fernández P.
El líder que no escucha a la gente, a los que están a su alrededor o a sus propios familiares, está perdido. Sea un líder en actividades políticas, religiosas, económicas o de cualquier otra índole. Quien no pregunta y no escucha, se aleja de todos sin saberlo.
Muchos de los grandes hombres que la Historia marca como precursores, fueron oyentes fieles de la gente.
Se reunían y se reúnen con sus familiares (primero y antes que nada); con sus subalternos y seguidores y luego con aquellas personas a quienes se desea conquistar con mensajes positivos.
Quien no lo hace, está frito, como dice el populismo.
El primero que desbarra a esos líderes es el familiar cercano o el vecino del frente o de al lado. ‘Ese tipo no se junta con nadie, no participa en nuestras reuniones de vecinos, nunca aporta nada ni dice dónde hay’.
Y aunque esto parece ser una verdad de Perogrullo, es lamentable que algunos de nuestros líderes políticos, religiosos, médicos, transportistas y educativos no lo sepan o lo ignoren a propósito.
Para la mayoría de los votantes, en el 19 de mayo venidero, el presidente Luis Abinader es hoy un candidato invencible. Y no porque lo digan encuestas que pudieran estar o no ‘comprometidas’, sino porque en cada rincón del país cualquier preguntón lo sabe de inmediato.
Así las cosas, un líder de experiencia, sano, sin compromiso con la corrupción y amante de su país, debería ‘escuchar’ la verdad de la gente a su alrededor.
De este modo podría cambiar su estrategia o aminorar el golpe mortal en la citada fecha.
Por igual, si muchos feligreses de una religión siguen yéndose a otras, los líderes de la primera deben abrir los oídos y los ojos para saber que algo raro está pasando.
El exitoso empresario o industrial es aquel que ‘no se duerme en sus laureles’, y pregunta y escucha respuestas de sus empleados, obreros y campesinos, aunque sea un explotador de primera clase.
Los educadores y los médicos son dignos de que los gobiernos los traten hasta ‘privilegiadamente’, pero jamás pueden pasarse de la raya en sus demandas.
Por igual, deben hacerlo los mecánicos, abogados, agrónomos, agrimensores, contadores y otros profesionales, quienes a veces tratan a sus usuarios como si fueran los últimos que atenderán en sus vidas.
Hay que escuchar a la gente siempre, para no fracasar más de una vez, o para alcanzar metas posibles en cualquier tarea humana.
Nunca creerse el más sabio, inteligente e imprescindible de la bolita del mundo.
12 de abril de 2014.