Tenemos, sin duda alguna, más de dos millones de haitianos en nuestro territorio trabajando.
La vieja y la nueva migración haitiana en República Dominicana es una verdadera calamidad pública.
Una situación que asusta al 99 por ciento de los criollos, por todo lo que ella significa en nuestra difícil y dolorosa realidad social y económica.
Y porque hasta los pocos dominicanos que en alto grado de humanismo y solidaridad sienten pena por los vecinos, no es de dudar que por el futuro de ellos y desus dependientes tengan temores aun no declarados.
Tenemos, sin duda alguna, más de dos millones de haitianos en nuestro territorio trabajando, pariendo, estudiando, delinquiendo, paseando o mendigando.
Claro, en algunos puntos del país ellos pueden notarse más que en otros, como en casi todo el Este, incluyendo a San Pedro, La Romana y La Altagracia, donde en Bávaro y Punta Cana residen miles y miles de haitianos.
Como periodista de larga data, observo en mis viajes de todo un poco, sin que los vecinos dejen de aparecer por todas partes, y sin que sean despreciados por nadie, como los más de doscientos mil venezolanos aquí.
Sin embargo, la campañita indetenible de algunos pseudo izquierdistas nunca se detiene para acusar a los criollos de racistas, xenófobos y otras tantas sandeces.
Y respaldados por gobiernos e instituciones internacionales derechistas, lo que a veces no entiendo.
En Punta Cana, donde me encuentro, están en todas partes, y en Verón y Friusa en cantidades asombrosas.
Como casi todos mis compatriotas, lamento que un militar incurriera recientemente en la supuesta violación de una menor haitiana, lo que indigna sobremanera, pese a que ese tipo de violación en Haití es rutinario, sin que nadie lo denuncie.
Sin embargo, nadie puede negar que miles de haitianos ocupan los puestos de criollos., miles de embarazadas las salas de partos de dominicanas, y miles andan sin papeles de identificación por donde quiera.
Otra vez Estados Unidos dice que aquí se violan derechos humanos, en una acción que hasta sus propios aliados o seguidores de aquí rechazan con vigor.
Si nuestro país está endeudado hasta la coronilla desde hace años, no se entiende por qué se nos quiere cargar a otros dos o tres millones de haitianos. Aunque eso se haya desmentido diplomáticamente.
Como ser humano solidario lamento la situación críticade Haití, pero me inscribo en el eslogan de que República Dominicana no puede ayudarlos más con todos sus problemas. Y de que aceptamos y respetamos a haitianos, venezolanos, chinos, rusos, cubanos y norteamericanos como a todos los que vienen a nuestro país, sin fijarnos si son negros o blancos, si hablan español, inglés o creole.
Hasta otra oportunidad, si Dios lo permite.
23 de abril de 2024.