Otras causas son la ausencia de autoridad o supervisión paternal que los induce a que tomen decisiones irresponsables.
La jueza Gissell Bienvenida Soto Peña, integrante del Segundo Tribunal Colegiado del Distrito Nacional junto a Claribel Nivar y Clara Sobeida Castillo, pidió a la sociedad adoptar una reflexión profunda sobre lo que está ocurriendo con la juventud en República Dominicana, al considerar que busca dinero fácil.
La preocupación emerge luego que se refirió a la descomposición social del país en momentos en que leía la sentencia que condenó a los responsables de la muerte del joven Joshua Omar Fernández, de 19 años de edad, en un lamentable incidente ocurrido el 16 de abril de 2023, a causa de un disparo en la cabeza mientras subía a un vehículo cuando salía de una discoteca ubicada en el ensanche Naco.
“Hay que verificar lo que hacen los hijos en casa de manera vehemente y persistente y no desistir. Porque como padres todos asumimos la responsabilidad aunque, aun así, hay jóvenes que salen de esa guía y ahí es donde entra el tribunal a tomar decisión. Los padres deben verificar lo que hacen los hijos de forma persistente”, expresó la magistrada al cierre de su intervención. Dijo que de acuerdo a los elementos de prueba que tenía en manos, el accionar de esos jóvenes debe llevar a una profunda reflexión social.
Es preciso prestar atención a la inquietud manifestada por la arbitra judicial porque se tipifica como muy grave la participación de jóvenes en actividades criminales. No es un problema dominicano, sino del mundo. Se trata de una figura jurídica conocida como delincuencia juvenil, fruto de una descomposición social de alto nivel.
Según estudios de expertos nacionales e internacionales, ese segmento poblacional carece de planes de vida o proyectos futuros y pueden ver la delincuencia como una vía alternativa de conducta.
En el terreno nacional se diría que ese comportamiento obedece a la falta de oportunidades o a los bajos niveles de pobreza. Al menos, esa es la teoría que pregonan nuestros sociólogos y los profesionales que analizan al ser humano. Pero resulta que “el árbol que nace torcido, jamás nadie lo endereza”, dice una canción del salsero puertorriqueño Willie Colón. Saque las conclusiones.
Otras causas son la ausencia de autoridad o supervisión paternal que los induce a que tomen decisiones irresponsables; la presión ejercida por amigos que participan en actividades delictivas; la inexistencia de recursos económicos para sobrevivir; carencia de acceso a la educación y al empleo; los trastornos mentales no tratados; el consumo de drogas y alcohol, que pueden disminuir la capacidad de juicio y llevar a la comisión de delitos.
Las consecuencias de la delincuencia juvenil son varias y generan un malestar a lo interior de las familias. De hecho, esa descarriada conducta no supervisada afecta la tranquilidad y el honor del hogar, sobre todo cuando un miembro juvenil de ambos sexos es hallado culpable en un tribunal de un crimen.
Son letales los resultados generados por ese incorrecto proceder, motivado a que los jóvenes que cometen delitos pueden enfrentar arresto y tener antecedentes penales, que posteriormente les afectaría la vida en términos de buscar empleos y de otros trámites que requieran una documentación de buena conducta.
Vale decir que la influencia de los amigos es un detonante social devastador que daña a los buenos, los pervierte y los introduce al crimen. En eso estamos claro. En ese capítulo es que los padres o tutores deben estar alerta y asumir responsabilidad de guiar a los hijos por el buen sendero.
Además, se ha establecido que la delincuencia juvenil puede causar daño físico y emocional a las víctimas y tienen un mayor riesgo de participar en eventualidades criminales en la edad adulta. ¿Qué hacer?