El debate es un espectáculo, un show mediático que debe ser atractivo, vistoso y emocionante.
¿Por qué el presidente Luís Abinader ganó el debate presidencial ante sus oponentes Leonel Fernández y Abel Martínez?
Primero, porque aceptó ir al debate organizado por la Asociación de Jóvenes Empresarios (ANJE), siendo el primer presidente en funciones que acude a un encuentro de esta naturaleza, marcando un hito histórico, cuando no tenía nada que ganar porque las encuestas lo colocan puntero para ganar en primer vuelta el 19 de mayo próximo. (Alrededor de 70% frente a 20% de Leonel y 10% de Abel)
Segundo, porque fue colocado en el centro del escenario, dándole una supremacía visual en los “tiros de cámara”.
Tercero, porque se preparó para responder todas las preguntas de manera frugal, con datos precisos del Banco Central, del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de organismos del Estado que no pudieron ser rebatidos. Tenia ventaja conceptual y la data completa de los ministerios del gobierno.
Cuarto, porque habló con la verdad, eludiendo la demagogia y las falsas promesas, sin prometer lo que sabe que no tendrá solución en lo inmediato. No se presentó como un simulador, mentiroso o charlatán.
Quinto, porque su lenguaje corporal fue convincente. Lucía seguro de sí mismo, relajado, convencido de que el escenario le pertenecía. Se percató de que sus oponentes, Leonel Fernández y Abel Martínez no estaban a la altura. (Creo que Leonel perdió el “toque” de años anteriores. Lucía opaco, sin brillo, poco o nada convincente, como si estuviera cansado. No es ni sombra de aquel joven político conceptuoso y brillante expositor. Perdió la magia, en tanto que Abel, aunque no estaba deslucido frente a dos figuras con mucha experiencia de Estado. Obviamente no estaba a la altura de sus oponentes. No en balde las encuestas lo colocan en un muy lejano tercer lugar)
(Debo decir, sin faltar a la verdad, que, no obstante, tanto Leonel como Abel, se comportaron correctamente, que el debate fue respetuoso, que no hubo agravios ni ofensas personales. Las discusiones pudieron ser más enriquecedoras, pero eso no dependía de los interlocutores, más bien fue de los organizadores del encuentro.)
Sexto, por el beso de la primera dama Raquel Patricia Arbaje: una muestra de amor y familiaridad, que no puede pasar desapercibido, sobre todo para un país como el nuestro dónde hay tantas familias uniparentales y disfuncionales, lo que explica parte del deterioro ético y moral de la sociedad dominicana.
Finalmente, un poco al margen, debo decir que tal vez sea necesario cambiar un poco el formato del “debate presidencial” para los próximos años. Sugiero ampliar el tiempo de las exposiciones, incluyendo las réplicas, para que, en vez de dos horas, sean tres. De igual modo, no estaría demás incluir algunos temas controversiales de trascendencia nacional, como la corrupción, las tres causales, la cultura, las redes sociales, que se han convertido en un problema, entre otros.
Es verdad que el debate, a menos de un mes de las elecciones no da, ni quitan votos, porque todo está decidido, según las encuestas más del 70% ya tienen decidido su voto, pero sin dudas llama la atención de los ciudadanos, ya sea por interés político o por morbo.
El debate es un espectáculo, un show mediático que debe ser atractivo, vistoso y emocionante. No puede ser aburrido, no monótono hasta producir sueño. Por el contrario, tiene que despertar a la gente, como en los premios artísticos y deportivos.