Afortunadamente, terminó la temporada electoral con sobradas promesas, en un altísimo porcentaje incumplibles, ridículas, repetidas.
Hay que estar muy confiado de un resultado electoral favorable para salir del país 48 honras de las votaciones. La graduación universitaria de una hija es una poderosa razón, pero sin documentación irrefutable para asumir una amplia la ventaja, el presidente Abinader hubiese corrido el riesgo del enojo familiar.
La sorpresa provocó que sectores opositores distorsionaran el propósito filial, adelantándose a “una táctica oficialista” de último momento y se promovieron especulaciones absurdas y fantásticas.
Al revelarse el hackeo a la cuenta presidencial, un tema sensitivo de Estado, que requirió auxilio de agencias de otros gobiernos, sobrevino la locura. ¡Oh, el tiempo electoral!
Afortunadamente, terminó la temporada electoral con sobradas promesas, en un altísimo porcentaje incumplibles, ridículas, repetidas. Y el fastidio irresponsable de las falsas noticias, de los montajes audiovisuales y terribles campañas difamatorias, de las que no se salvaron periodistas y medios de comunicación, sobre todo en los momentos de difundir y comentar encuestas.
Ahora, luego de los pataleos de malos perdedores (asumiendo que hubo definición en primera vuelta como pronosticaron todas las mediciones creíbles), dosis de realidad para enfrentar los urgentes desafíos económicos y de seguridad del país, principales preocupaciones ciudadanas en las encuestas y en los reportajes de medios electrónicos.
De cumplirse las proyecciones electorales, el partido oficial tendría la posibilidad (ventaja-desventaja) de pasar fácilmente las reformas, incluidas las que requieran la mayoría especial de las dos terceras partes.
El problema es que la urgencia mayor es la reforma fiscal, necesario trago amargo que podría sacar a ciudadanos a las calles, en las que no se comprometerían opositores y que por el contrario acompañarían a los quejosos. Los reclamos poselectorales definirán el tono opositor.
(Aunque Leonel Fernández, al ejercer su derecho al voto manifestó que “no hay incidentes de gran magnitud” y Abel Martínez dijo que esperar que las elecciones transcurran “con la transparencia que amerita”, el presidente del PLD, Danilo Medina se distanció de estas posturas y hablo de “muchas anomalías”, compras de cédulas y del hallazgo de boletas premarcadas. Se asistió en la denuncia del delegado político ante la Junta Central electoral, Danilo Díaz).
Abinader estaría obligado a pasar ese camino a la mayor velocidad, con sectores empresariales y de comerciantes que rehúsan ser afectados y con una clase media que no aguanta más. ¿A quiénes cargar, entonces?
Las emociones de la celebración pasarían rápido y la luna de miel y encantamiento popular se desvanecerían.
Los aspirantes presidenciales perredemistas del 2024, con apoyos entre diputados y senadores podrían intentar alejarse de responsabilidades con la reforma fiscal, que siempre tuerce a tributaria.
Conocida la vocación fratricida en los genes perremeistas, Abinader, hasta ahora jubilado constitucional, pero con el peso suficiente para influir en la definición interna del 28, tendrá que hacer filigranas para posibilitar las medidas de impacto económico y pasar las reformas prometidas desde la campaña anterior que quedaron atrapadas en discusiones en el Consejo Económico y Social.
De otro lado, Abinader ha pactado con una veintena de partidos y numerosos grupos sociales y personalidades que aspiran a posiciones administrativas en un ambiente opositor de críticas al crecimiento de la nómina pública. ¿Qué reacción tendrían los sectores del PRM que necesitan sumar dirigentes a los proyectos presidenciales?
El gobierno precisará de un efectivo relanzamiento, con cambios en áreas de evidente deficiencia y con decisiones de trascendencia que permitan al presidente Abinader un claro legado. Hasta ahora ha administrado y sobrevivido a crisis diversas, pero ha llegado el momento de la trascendencia.
Y, claro, ojalá no logren mucho espacio, los grupos que ya se activan hablando del maldito tercer mandato, que tantas frustraciones ha provocado.