Luis Abinader no ha escondido nunca sus riquezas, su familia, sueños, filiaciones y fines políticos.
Leyendo diarios, revistas y libros, y escuchando en la radio y viendo en la televisión a numerosos y ponderados especialistas, políticos y expertos, uno aprende mucho cada día.
Sin embargo, a veces también queda uno confundido, cuando no entiende algunas ideas expuestas por esos opinantes.
Con el triunfo de Abinader para repetir en la presidencia, he leído y escuchado decenas de comentarios, algunos insólitos, atrevidos, demagógicos, negativos y positivos.
Entre esos comentaristas y escritores los hay de todas las parcelas políticas y monetarias, incluyendo a los que se creen ‘dueños’ de la verdad, hasta el punto de señalar cuáles son los pasos y programas que deben desarrollarse en lo adelante para alcanzar una sociedad más justa y progresista.
Una sociedad- o país-, supongo quieren decir, donde los obreros y campesinos no solo sean tratados como príncipes, sino que además ganen salarios por encima de los de sus patronos. O sea, en un país socialista todavía no conocido en el planeta, como en ningún país capitalista.
Otros invitaron a la población a no votar, pidiéndole que se formen, trabajen y luchen por ese tipo de sociedad, sin indicar cuál sería la misma, ya que los países en que piensan no pueden hoy mostrarse como tales. Y me refiero a China, Rusia, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Acusan a los actores de esta democracia incompleta de todo lo peor, aunque pueden en ella escribir y hablar sobre lo que mejor les convenga. En vez de irse al campo o a fábricas a enseñarles a campesinos y obreros por qué viven como viven y por qué no progresan, pese a sus esfuerzos para crear riqueza y bienestar.
Condenan el ‘sistema’ local por injusto, discriminador y no solidario, sin señalar en cuál otro les iría mejor.
Saben que muchos pésimos comportamientos de los jóvenes de hoy tienen mucho que ver con influencias extrañas y exteriores, pero no las describen ni dicen cómo combatirlas.
Algunos de esos ‘cerebros’ decidieron ‘participar’ en gobiernos recientes, obteniendo como resultado que no era ni es lo mismo la teoría que la práctica, que una cosa piensa el burro y otra el que lo monta. Algunos fracasaron en sus gestiones, pese a los títulos académicos que poseen desde hace años, y otros continúan laborando y viendo las realidades del país.
Luis Abinader no ha escondido nunca sus riquezas, su familia, sueños, filiaciones y fines políticos. Y nadie debe esperar que ahora cambie y doble hacia la izquierda, cuando la realidad le muestra que eso es imprudente e impensable.
Creo, finalmente, que las opiniones de esos ‘cerebros’ deben respetarse, aun cuando no agraden a mucha gente.
¡Pero creo que ellos deben respetar las ideas y acciones de quienes no comulgan con sus ideas, planes y acciones para alcanzar un tipo de sociedad que no existe en parte alguna del planeta!
22 de mayo de 2024.