El Centro Nacional de Desastres dijo que hasta 2000 personas podrían estar sepultadas bajo los escombros.
Por agencia IPS
GINEBRA – Unas 670 personas murieron sepultadas por el alud del 24 de mayo en Papúa Nueva Guinea, y otras 8000 deben desplazarse por el temor de nuevos deslizamientos de tierra, informaron responsables de agencias de las Naciones Unidas abocados a las tareas de auxilio.
"Miles de personas han perdido sus hogares y pertenencias en un abrir y cerrar de ojos. La escala de este desastre es verdaderamente abrumadora", dijo Serhan Aktoprak, jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en ese país, que ocupa la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea.
El alud se desató en plena madrugada al deslizarse una gran masa de tierra, rocas, árboles, agua y fango sobre la aldea Yambali, en la provincia de Enga, en el centro-norte del país. Personas, animales, viviendas, infraestructura y tierras de cultivo quedaron sepultadas bajo unos ocho metros de tierra y escombros.
El Centro Nacional de Desastres de Papúa Nueva Guinea dijo que hasta 2000 personas podrían estar sepultadas bajo los escombros. Cuatro días después del desastre, debido a las dificultades para acceder con maquinaria y equipos a la zona, bajo fuertes lluvias, se han recuperado unos pocos cadáveres.
Las autoridades de la provincia dijeron que al menos 7840 personas se han visto afectadas por el desastre -42 % menores de 16 años-, incluyendo tanto a las víctimas confirmadas como a las fallecidas y las desaparecidas, en tanto que 1650 quedaron sin hogar, desplazadas.
Anteriormente, muchos de los desplazados habían procurado refugio en esta zona para escapar de los conflictos tribales, lo cual pone de relieve el nivel de vulnerabilidad de la población.
"Los desafíos que enfrentamos tras esta tragedia son inmensos", dijo Aktoprak. "La zona sigue siendo extremadamente peligrosa por los movimientos de terreno que continúan, y el acceso es obstaculizado por las rutas bloqueadas, la infraestructura dañada y las condiciones climáticas adversas", explicó.
Existen dos graves riesgos que aumentan la presión sobre las autoridades y las entidades abocadas al auxilio: nuevos deslizamientos causados por la lluvia sobre las aldeas de esa área, y que el agua subterránea que cae por la ladera de la montaña contamine las fuentes locales de agua potable generando graves riesgos a la salud.
Las autoridades de la provincia dijeron que al menos 7840 personas se han visto afectadas por el desastre -42 % menores de 16 años-, incluyendo tanto a las víctimas confirmadas como a las fallecidas y las desaparecidas, en tanto que 1650 quedaron sin hogar, desplazadas.
La mayoría de las fuentes de agua potable de la zona quedaron inaccesibles a causa del alud.
El Centro Nacional de Desastres solicitó asistencia internacional inmediata de parte de las Naciones Unidas, a lo que se abocaron varias de sus agencias basadas en esta ciudad suiza y en Nueva York.
El gobierno de Australia, vecino del sur, despachó un primer avión con ayuda y equipos especializados para evaluar y manejar la situación de riesgo del terreno.
La respuesta de emergencia apunta a las necesidades humanitarias más urgentes que incluyen la distribución de alimentos, provisión de albergues, asistencia de emergencia para la prestación de servicios de agua, saneamiento e higiene, y también apoyo logístico y medidas de protección.
Un puente que conecta la Provincia de Enga con la vecina de Western Highlands colapsó, lo cual obstaculiza todavía más la provisión de insumos y la asistencia a las comunidades afectadas. Maquinaria y camiones con auxilios deben tomar una ruta muy larga para llegar a la zona del siniestro.
En la provincia hay además conflictos tribales que afectan el tránsito y el desplazamiento de personas y vehículos. En su mayoría se deben a disputas por la pertenencia y control de tierras.
Entretanto, las autoridades en Port Moresby, la capital de ese país de nueve millones de habitantes, estimó que son escasas las probabilidades de encontrar sobrevivientes bajo las capas de tierra y roca, y ordenó que miles de residentes en las aldeas de la zona del alud abandonen el área lo más pronto posible.
Personal militar ha establecido puestos de control en la zona y sus accesos, y el gobierno informó que ayudaban al traslado de los residentes a centros de refugio.
Papúa Nueva Guinea experimenta con frecuencia desastres como deslizamientos de tierra, incendios o inundaciones, sin el impacto mediático del de este mayo, debido a la gran cantidad de víctimas producidas por un solo alud.