Las máquinas que se usaron inicialmente para fabricar transmisiones para la industria automovilística también pueden encontrar su puesto en la industria aeroespacial y en la ingeniería mecánica.
Por Dennis Kottmann
La movilidad eléctrica está en plena marcha y también la adaptación que se produce como consecuencia de ello en las plantas productivas de la industria automotriz. Ahora se prescinde de componentes por completo o se fabrican de forma totalmente diferente. Por ejemplo, en los coches eléctricos se montan transmisiones menos complejas. Existen otros sectores que pueden beneficiarse de la modernización del sector automotriz, ya que siguen montando transmisiones y los demás componentes, de modo que pueden adquirir a buen precio las máquinas que desechan los fabricantes de automóviles.
Si hemos comprado un vehículo con motor de combustión últimamente, podríamos pensar que cuantas más marchas, mejor. Y es cierto que el desarrollo de las transmisiones ha sido impresionante en los últimos años. Los cambios de marcha automáticos y de doble embrague han mejorado constantemente para lograr un rendimiento óptimo. Algunos de los modelos más novedosos disponen de hasta doce marchas. Pero las exigencias a la industria automovilística cambian drásticamente con la preferencia cada vez más notoria por el vehículo eléctrico. En los coches eléctricos, los motores y las transmisiones, tal como los conocemos, se vuelven obsoletos. Un motor de combustión moderno con transmisión se compone de unas 1400 piezas. El sistema de propulsión de un coche eléctrico, en cambio, integra tan solo unos 200 componentes.
La transmisión de los vehículos eléctricos es bastante menos compleja que la de los motores de combustión. Muchos coches eléctricos utilizan una especie de transmisión de una sola marcha o engranaje reductor, que no necesita cambio de marcha. Este sistema de distribución fijo reduce las altas revoluciones del motor eléctrico para que las ruedas giren a una velocidad de conducción adecuada. También existen vehículos eléctricos, especialmente aquellos con un rendimiento superior, que disponen de una transmisión en dos fases.
Aumenta la demanda de coches eléctricos en Europa
Muchas de las máquinas y herramientas que se empleaban tradicionalmente en el sector automotriz ya no se necesitan debido a los últimos cambios. Los fabricantes de automóviles y sus componentes se encuentran en una fase de reorientación, cambian el equipamiento de sus instalaciones productivas o incluso las cierran para ajustarse a las nuevas exigencias del mercado. Es difícil estimar en qué punto nos encontramos en esa reestructuración de las plantas productivas. Un indicio contrastado es la proporción de automóviles eléctricos vendidos.
En 2022, el mercado mundial de vehículos de propulsión eléctrica experimentó un fuerte repunte: las ventas de unos 12 millones de vehículos representan un aumento del 60% respecto al año anterior.
De modo que, a pesar del creciente interés por las opciones más ecológicas, los vehículos por gasolina siguen siendo la primera opción, seguidos de cerca por los híbridos. De ello se desprende que el cambio en los medios de producción está en plena marcha, pero lejos de concluir.
«También lo notamos en Surplex» afirma Dejan Dučić, gestor de proyectos en la casa de subastas industriales Surplex. «En los últimos meses organizamos cada vez más subastas relacionadas con la industria automovilística. Son muchos los ámbitos involucrados: desde los robots de una planta automovilística checa hasta los fabricantes de componentes en insolvencia, pasando por el cierre parcial de una planta de motores y transmisiones de un fabricante de automóviles alemán en Eslovaquia».
Nuevos mercados para las máquinas desechadas de la industria automotriz
¿Y quién comprará las máquinas usadas si los fabricantes de automóviles ya no saben qué hacer con ellas? «Aunque los fabricantes de automóviles ya no tengan en qué emplear estas máquinas especializadas, existen numerosos sectores que se beneficiarán en gran medida de estos cambios en la producción», indica Dučić. «Que las transmisiones complejas no se vayan a montar en los automóviles en el futuro no significa que ya no se necesiten. Existen muchos otros ámbitos de aplicación».
Por ejemplo, las transmisiones cumplen una función decisiva en la tecnología energética. En los parques eólicos se emplean transmisiones especiales para convertir las revoluciones de la turbina en energía eléctrica de forma eficiente. Algo parecido pasa con la energía hidroeléctrica. Hay una cosa que tienen en común todas las transmisiones: requieren una fabricación precisa en extremo para poder funcionar de forma duradera y fiable.
Las máquinas que se usaron inicialmente para fabricar transmisiones para la industria automovilística también pueden encontrar su puesto en la industria aeroespacial y en la ingeniería mecánica. Se emplean en la elaboración de componentes complejos y precisos para la automatización y para las líneas de producción. La capacidad de estas máquinas de realizar mecanizados precisos y con una excelente repetitividad les confiere un valor especial a la hora de fabricar las piezas necesarias para máquinas industriales y tecnología robótica.
«Debido a la transformación del sector, muchos fabricantes de automóviles y de componentes para la automoción deciden vender sus valiosas máquinas a través de plataformas como Surplex», explica Dučić. «Esto permite a las empresas de otros sectores adquirir equipos de primera a precios económicos».