El tema queda en la picota pero, no se hace nada significativo, al tiempo que las fuerzas productivas y la sociedad civil.
La universidad es concebida como un producto resultante de la democratización que implicó la Revolución Francesa de 1789. Es decir, las ideas de modernidad que implicó debieron ser difundidas. Esas ideas estaban contenidas en la denominada ilustración que produjo el enciclopedismo pero que, en principio, al mismo solo tenía acceso una determinada clase porque el conocimiento era un asunto de interés solo de las élites. El invento de Gutenberg ya estaba haciendo estragos pero de manera clandestina, fue poco a poco que sus efectos fueron difundiéndose y legislándose en torno al mismo. El derecho de prensa fue su primer producto, pero los planteamientos de Juan Jacobo Rousseau externados, por ejemplo, en el Contrato Social, La Nueva Eloísa y fueron permeando las condiciones para que la escolaridad sustituyera a la tutoría y para que emergieran escuelas y universidades.
Es con el movimiento de Córdoba, la Revolución Mexicana y la revolución Rusa que, el tema se centra en el plano universitario como un asunto no de academia sino de política pública. Así, bien entrado el siglo XX, la concepción de Córdoba sobre la universidad se consolida como un movimiento con tres objetivos básicos: a) se hace política para el cambio social, b) se logra la incorporación del campesinado, del proletariado y de los marginados a la educación universitaria y c) la universidad se centran en el conocimiento y en carreras diferentes a las tradicionales. Pero el modelo recibe críticas, por ejemplo, en la República Dominicana, en la segunda mitad de la década de los años setenta aparece el Informe Richardson el cual hace una crítica profunda al modelo dominicano de universidad de Córdoba.
El tema queda en la picota pero, no se hace nada significativo, al tiempo que las fuerzas productivas y la sociedad civil, van variando el modelo de universidad pública hacia el modelo de universidad privada. Este fenómeno ocurre porque el modelo cordobés sigue centrado en la política y las fuerzas del mercado demandan y exigen una universidad para satisfacer las demandas del mercado, de las fuerzas productivas. Así de universidad para la política, se pasa al modelo de universidad para el mercado, cuando debe verse como una fuente para la investigación y solución de problemas latentes de la sociedad. Al grado de que la universidad misma, es vista no como una fuente para adquirir conocimientos sino como una fuente de enriquecimiento en sí misma. Esto es como una actividad económica más.
- Sin embargo, bajo la ideología neoliberal, surge una solución plausible, se discute el concepto de universidad necesario y surge entonces la denominada “Agenda 20-30 o planificación para el desarrollo buscado, en el caso dominicano (Ley 1-12), como un diagnóstico de la República Dominicana que, quiere la clase dominante porque participación popular en ello no hay. Es,simplemente, la ley del mercado para el mercado. La sociedad como conjunto queda excluida, aunque la tesis neoliberal dice que cuando el individuo progresa, progresa la sociedad toda.
Cabe entonces preguntar, ¿si la universidad pública tiene plena consciencia de lo que está en juego? La realidad es que no, la universidad pública se está cociendo en su propia salsa porque ha quedado penetrada por el modelo neoliberal. Modelo que, de por si no es el problema, porque, como quedó dicho no hizo más que abrir la discusión de manera laxa. El problema está al interior de la universidad pública porque las tesis de discusión entre Pleajanov y Lenin han emergido como fondo de la discusión. Es decir, la discusión se ha centrado en términos de Montesquieu sobre si las masas requieren ser educadas. Montesquieu fue enfático no, porque son desgraciadas, lo saben y no les importa. Esta postura se encuentra fortalecida por la tesis de Baugman, quien sostiene que el desarrollo tecnológico de hoy en día hace innecesarios a los pobres porque la Inteligencia Artificial (IA), puede sustituirlos en la cadena de producción. El problema entonces se plantea en lo que Jean Boudrillard llama “La sociedad de consumo.” Es decir, ¿Quiénes consumirán lo que se produzca, si llegó el fin del trabajo asalariado? O, lo que es lo mismo para qué deberán estudiar los pobres si ya no será necesario el trabajo, lo que se requiere ahora es consumidores. Lo inverosímil de todo esto es que los actores del concepto de universidad pública han asumido este discurso sin un diagnóstico hecho desde una perspectiva de clase. De ahí que, se dice entre nosotros que, cuando Carlos Marx empleó su famosa frase de que “las clases no se suicidan,” lo hizo porque no llegó a conocer República Dominicana. Entonces ¿cómo es posible que en un modelo de universidad donde la política social es la base de toda política, se abogue por la derogación de la política y se asuma el mercado?
Es la misma pregunta de, ¿por qué si en RD ya hay más de sesenta (60) “universidades”, la presión sobre el modelo y la calidad de este solo se cuestiona desde la universidad pública, por exclusión de la demás, acordada por los actores de la propia universidad pública. Se trata de afirmaciones de difícil respuesta si no se entiende a Pleajanov, si no se busca la calidad.
De todos modos, la discusión parece haber quedado resuelta con la ley que ha creado al Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (Mescyt) mediante la Ley 139-01 que crea el Sistema Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. Porque, a decir verdad, dicha ley responde las más profundas inquietudes y todas las demandas que se planteó el movimiento de Córdoba, más aun constituye un modelo de universidad democrática que, ni en sueño, se planteó el movimiento cordobés. Se centra en la calidad que es, precisamente, lo que menos tiene la educación superior dominicana, salvo honrosas excepciones.
De donde se infiere otra pregunta, ¿están conscientes los actores de la universidad pública de los planteamientos revolucionarios y solución democrática de muchas interrogantes que vienen desde Córdoba, cruzan el siglo XXI y enlazan con el concepto de nueva universidad y de inteligencia artificial que soluciona la ley del Mescyt)? Es posible que sí y, también, es posible que no. Porque la reforma en la universidad pública es similar a las reformas constitucionales nacionales, se realizan para resolver problemas de coyuntura. Es decir, no dan lugar a un pacto o contrato social, sino a un reparto entre sus élites. Es decir, solucionan problemas de las élites burocráticas pero no los problemas reales que invitan a centrar la universidad en la cátedra y la investigación. De esto no se habla, al revés, se busca siempre limitarlo en favor y provecho de la burocracia que hace de la universidad pública un ayuntamiento así como la universidad privada hace de la universidad una empresa de alta rentabilidad que recibe dinero público y dinero privado.
La universidad pública no debe ver la ley del Mescyt como una amenaza sino como un instrumento que la obliga a materializar su contenido, a la vez, debe defender las bondades de esta de los giros antidemocráticos que la ideología neoliberal pretenda darle. Además, el problema de la universidad pública no es la reforma o la no reforma, el problema es la visión burocrática que la domina sustituyendo a la catedra, a la docencia y a la investigación. El movimiento de Córdoba lucha por estos objetivos la nomenclatura de la universidad pública la convierte en una universidad con problemas similares a los del movimiento cordobés con la diferencia de que la ley del Mescyt tiene soluciones que no amenazan la democracia pero, si pueden frenar los excesos de una burocracia que busca envilecer la docencia y la investigación. Es decir, las actividades centrales de una universidad del siglo XX. DLH-2-6-2024