La presencia simultánea de flotas militares de EE. UU. y Rusia en Cuba aumenta la incertidumbre en la región
La llegada del submarino de ataque rápido USS Helena, propulsado por energía nuclear, a la Bahía de Guantánamo ha incrementado la tensión en el Caribe, especialmente tras la llegada de una flotilla naval rusa a La Habana.
El Comando Sur de Estados Unidos, con sede en Doral, aseguró que la presencia del submarino estadounidense es parte de una "visita de rutina al puerto" y que sus movimientos fueron planificados con antelación, sin relación con el reciente despliegue ruso.
Sin embargo, la coincidencia de estos eventos ha generado especulaciones sobre un posible mensaje de fuerza de Estados Unidos al Kremlin. La flota rusa, que incluye un submarino nuclear, ha sido enviada a la región para realizar ejercicios navales, una maniobra que no se había visto desde el final de la Guerra Fría.
Esta situación ha llevado a la administración Biden a una respuesta significativa, incluyendo el despliegue de buques de guerra estadounidenses que siguen de cerca a la flotilla rusa.
La coincidencia de estos eventos ha generado especulaciones sobre un posible mensaje de fuerza de Estados Unidos al Kremlin
El USS Donald Cook y el USS Truxtun, junto con otros activos militares, han mantenido una vigilancia cercana a la flota rusa, permaneciendo fuera de las aguas territoriales cubanas pero lo suficientemente cerca como para monitorear sus movimientos. Según fuentes del Comando Sur, estos seguimientos son parte de las operaciones rutinarias y no una reacción directa al despliegue ruso.
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Por su parte, tanto funcionarios rusos como cubanos han minimizado la importancia de estos movimientos. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, destacó que los ejercicios militares son una práctica normal y no deberían causar preocupación. Similarmente, los medios estatales cubanos han dado poca cobertura a la llegada de la flota rusa, con el periódico Granma informando escuetamente sobre el evento.
Este despliegue de fuerzas navales de ambos países en el Caribe ha generado una atmósfera de incertidumbre y preocupación en la región, reflejando las tensiones geopolíticas actuales y el complejo panorama de la seguridad internacional.
La comunidad internacional sigue de cerca estos desarrollos, evaluando sus posibles implicaciones para la estabilidad y la paz en el hemisferio. Con datos de El Nuevo Herald,