El mandatario ha manejado asertivamente desencuentros con sectores sensitivos locales y ha hecho equilibrio.
“La política proporciona simplemente un escenario que impone una prueba especial de coraje. En cualquier ámbito de la vida podemos afrontar el reto del coraje; cualquiera que sea el sacrificio que enfrentemos, si seguimos nuestra conciencia –la pérdida de nuestros amigos, nuestra fortuna y alegría, incluso la estima de nuestros semejantes -, cada hombre debe decidir por sí mismo el camino a seguir. Las historias de un coraje pasado pueden definir ese ingrediente: pueden enseñar, pueden ofrecer esperanza, pueden servir de inspiración. Pero, no pueden proporcionarnos el coraje en sí. Para ello, cada uno debe mirar su propia alma”. (John F. Kennedy. Perfiles de Coraje).
Luis Abinader desde los inicios de su gestión se vio enfrentado a decisiones difíciles: echar a sus ministros de la Presidencia y de Educación, dos brazos fundamentales para la gerencia gubernamental y la articulación partidaria, uno del apoyo empresarial y el otro de fuerte vinculación partidaria y personal. Además, hubo de asumir la vocería palaciega, lo que le entusiasmó al punto de agregarse un espacio semanal desde la casa de gobierno.
El mandatario ha manejado asertivamente desencuentros con sectores sensitivos locales y ha hecho equilibrio y en ocasiones plantado cara a los que controlan esta parte del mundo, por el tema Haití. Abinader no firmó la Declaración de Los Angeles, que auspició Estados Unidos, y ha reiterado que no hay solución dominicana a la crisis haitiana. Igualmente ha enfrentado a organismos mundiales y regionales que chantajean al país, bajo la excusa de violación a derechos humanos.
En el manejo de la cosa pública y del ejercicio del liderazgo partidario ha desoído sugerencias mediatizadoras para privilegiar sus convicciones respecto a lo que entiende su compromiso de un legado trascendente.
No se entiende, entonces, como con su reiterada postura, además de promesa de campaña, de apoyar las tres causales, el mandatario opte por hacer mutis por el foro.
Abinader, ante reclamos de sectores femeninos sobre su compromiso de la defensa de los derechos de las mujeres y la necesidad de las tres excepciones en la prohibición del aborto, ha alegado que no puede ordenar a sus legisladores ese apoyo.
“Esto implica temas religiosos, el cual, en un partido como el PRM, yo tampoco puedo imponerle esa posición”, se excusó el presidente en 2021 en momentos que un colectivo estableció una protesta por varios días frente a la sede gubernamental.
Recordó que rechaza el “aborto libre”, pero que apoya las tres causales que permiten la interrupción del embarazo cuando haya peligro para la vida de la madre, en caso de violación o incesto y por malformación del feto incompatible con la vida.
Las distancias en las posiciones no han disminuido ni ha habido consenso acerca del tema, empero el Senado aprobó la semana pasada, el Código Penal sin las tres causales y los diputados se aprestan a refrendar la posición de 20 senadores de los diferentes partidos con la excepción de la perremeista Faride Raful y el peledeista Yván Lorenzo.
Si asumimos lo planteado por Abinader, y ya que él “respetó” a los legisladores, ha de suponerse que el mandatario pueda también ejercer su creencia sin presiones y observar la ley. Simple, ¿no?.