Claro que, repito, la entrega y el lambonismo venían de siempre, y solo en la era de chapita.
Escribo este texto dirigido a los jóvenes que quieren incursionar en la política para que sepan el porqué de la República Dominicana que tenemos y que nos arriesgamos a perder.
Le corresponde a los historiadores, sociólogos y profesionales de la conducta establecer el porqué, pero en la sangre del dominicano y, al parecer, en toda Latinoamérica, se practica una búsqueda de un mesías que no nos permite avanzar.
En los afiches, pósteres y campañas esto se manifiesta de una forma enfermiza y fuera de control.
Resulta que siempre existieron partidos y líderes que creímos “mesías” desde antes de Trujillo hasta el día de hoy.
Pero debido a las condiciones y los 30 años de lambonismo (uso esta palabra a propósito, conozco muchas mejores) sin precedentes durante la era del sátrapa, el dominicano perdió el control.
Claro que, repito, la entrega y el lambonismo venían de siempre, y solo en la era de chapita (Su Excelencia, el Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva) encontraron su máxima expresión.
Aunque los tiempos cambiaron y ya se usan menos títulos, el espíritu de este comportamiento ha evolucionado, pero nunca ha desaparecido ni desaparecerá.
Sin embargo, no todo está perdido y, como toda enfermedad crónica, la misma no se puede erradicar, pero se puede controlar.
Una vez muerto Su Excelencia, el Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva (repito el título con mi intención de recalcar este comportamiento), Balaguer tomó el estandarte naciendo el movimiento Neotrujillista que escucho que la gente llama extrañamente "Balaguerismo," no sé por qué.
Este comportamiento tiene el mérito de haber permeado a todos los partidos dominicanos que no lo ocultan en las acciones, pero que públicamente y solo por conveniencia les gusta negar.
Balaguer, como peón de Trujillo, al leer el panegírico del jefe, prometió proteger su legado y fue la única promesa que cumplió.
Al morir, y preocupado de que los valores morales llegaran a la política, hizo todo lo posible para que se perpetuaran estos ideales; le habrá orado al maligno para que lo ayudara a que el país siguiera las enseñanzas de su Dios, sabrá cuál es.
Y su Dios se lo concedió, y para sellar el pacto nombró a su sucesor, quien perpetuó sus ideales y por 12 años gobernó.
Los otros partidos no se quisieron quedar atrás y juraron hacer su contribución, siendo la más meritoria declarar a Balaguer padre de la democracia, un homenaje póstumo que demostró la falta de valores que existen en la política hoy.
Claro que, si alguien por error lee este texto, señalará los logros de este sistema corrupto y decadente, y no tengo argumentos para refutarlos, ni es mi intención. Mi meta es que sepamos cómo somos y por qué.
¿Pero cuál es la solución? Casi todos los problemas (o quizás todos) se solucionan con la educación que te explique lo que está bien y lo que está mal.