La historia del fallido atentado contra Hitler se ha contado una y otra vez desde hace 80 años.
Por Verena Schmitt-Roschmann y Carsten Hoffmann (dpa)
Berlín, 20 jul (dpa) – A las 12:35 horas, el oficial Claus Schenk Graf von Stauffenberg deja una bomba bajo la mesa de conferencias en el cuartel general del "Führer", justo al lado de Adolf Hitler. Stauffenberg abandona el lugar con un pretexto y a las 12:42 horas explota la bomba.
El oficial sublevado comenzó así un golpe para derrocar al régimen nacionalsocialista. Pero Hitler sobrevivió. Unas pocas horas después, al atardecer del 20 de julio de 1944, todo terminó. Stauffenberg será ejecutado, al igual que cerca de 200 cómplices que serán ultimados o empujados al suicidio.
La historia del fallido atentado contra Hitler se ha contado una y otra vez desde hace 80 años. Los implicados en el golpe fueron denunciados ante los nazis como "oficiales obsesionados con la ambición". Incluso después de la caída del Tercer Reich muchos de los que participaron en el intento de golpe fueron considerados traidores. Tiempo después se convirtieron en héroes.
Para el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, es claro. "Los combatientes de la resistencia del 20 de julio son un modelo para todos", declaró a dpa el político socialdemócrata. "Siempre que estén en peligro los valores fundamentales de nuestra convivencia, debemos levantarnos y denunciar la injusticia. Siempre que nuestra democracia sufre, necesitamos el valor de no mirar hacia otro lado".
Las Fuerzas Armadas están especialmente comprometidas con la "obediencia guiada por la conciencia", entre otras cosas gracias al 20 de julio de 1944, consideró. La Bundeswehr mantiene vivo este recuerdo, dice Pistorius.
Para el politólogo Johannes Tuchel, el fallido atentado del 20 de julio es algo más que la acción de unos militares. Al menos la mitad de los 200 a 300 reclutados eran civiles, afirma el director del Centro Memorial de la Resistencia Alemana.
Según Tuchel, el objetivo común era un gobierno civil y la vuelta al Estado de derecho. "No hay que reducirlo a los militares, porque entonces se comete una injusticia con los implicados", dice Tuchel.
El politólogo agrega que la fecha conmemorativa del 20 de julio también es representativa de otras figuras de la oposición al Estado nazi, como Georg Elser, los hermanos Scholl y la Orquesta Roja. Más de los que se ha reconocido durante mucho tiempo, y sin embargo muy pocos en comparación con los muchos millones de alemanes, comentó.
"La resistencia al nacionalsocialismo no reúne las cualidades para tener la conciencia tranquila", dice Tuchel. "Fue una minoría muy, muy pequeña, una minoría desesperadamente pequeña la que lo hizo".
El experto también explica por qué los implicados experimentaron más desprecio que reconocimiento en los años de posguerra. "La resistencia fue en realidad un desafío para la mayoría de los alemanes. Porque demostró que había margen para actuar contra la dictadura. Pero solo una minoría aprovechó esos espacios".
Una consecuencia de ello es el artículo 20 de la Ley Fundamental, que recuerda a todos los ciudadanos: "Contra cualquiera que intente eliminar este orden todos los alemanes tienen el derecho de resistencia cuando no fuere posible otro recurso".
Hace cinco años, la entonces canciller Angela Merkel dijo el 20 de julio: "Hay momentos en los que la desobediencia puede ser un deber, momentos en los que la decencia y la humanidad solo se pueden preservar si uno se rebela contra una orden, contra la presión de los superiores o incluso contra la presión de las masas y resiste. Hay momentos en los que el individuo tiene el deber moral de ir en contra y resistir".
- El sentimiento "Nunca más" cala hondo en el corazón de mucha gente en Alemania. A principios de año, cientos de miles de personas salieron pacíficamente a la calle para manifestarse contra la ultraderecha. Para el ministro de Defensa, estas manifestaciones contra el extremismo de derechas fueron una señal alentadora. "Nuestra democracia es fuerte y resistente", afirmó el ministro.
Pero también está siendo cada vez más atacada por fuerzas autocráticas y totalitarias, por la desinformación y por la ruptura de la cohesión social, consideró Pistorius. "Por tanto, debemos ser conscientes de ello cada día: la libertad no puede darse por sentada. Hay que defenderla".
Por otro lado, existe algo así como una inflación de la resistencia. "Cuando la injusticia se convierte en derecho, entonces la resistencia se convierte en un deber", como decían, entre otros, los activistas del grupo ecologista Letzte Generation (Última Generación) en sus cortes de calles y ataques con pintura. En el otro lado del espectro, la ultraderecha y los movimientos antivacunas utilizan la "resistencia" contra el Estado y los políticos como objeto de lucha.
Tuchel cree que esto es absurdo. "Hay una gran diferencia entre la oposición a un Estado constitucional y la oposición a una dictadura", afirma el politólogo. "Si se mezclan ambas cosas, uno solo puede ver el panorama con gran preocupación". El 20 de julio también es una ocasión para hablar de esto en principio, planteó. "Deberíamos reflexionar sobre ello: ¿Qué significó realmente la resistencia y qué se entiende hoy por ella?".
En el 80 aniversario del fallido atentado contra Hitler, los descendientes de los implicados también insisten en que la oposición a un gobierno elegido y a las decisiones de la mayoría no debe confundirse con la resistencia a una dictadura totalitaria, según el documento de la Fundación 20 de Julio.
Quienes se rebelaron contra el Estado nazi no fueron héroes intachables; tuvieron el "valor de arrepentirse", darse vuelta y ponerse de acuerdo, recuerdan sus familiares. Hoy, refugiarse en el resentimiento y la indignación debilita a la democracia, consideran desde la Fundación. En su lugar, es necesaria la responsabilidad del Estado y la sociedad, afirma en un manifiesto.