El dominicano inspiró a una generación de jugadores tanto en su país natal, República Dominicana
Cooperstown, Nueva York – El Salón de la Fama del Béisbol abrió hoy sus puertas a varios exjugadores, entre ellos el destacado dominicano Adrian Beltré. El evento estuvo cargado de emociones y recuerdos, especialmente durante el discurso de Beltré, quien demostró una vez más su carisma y humildad.
El discurso de Beltré comenzó de manera peculiar cuando su amigo y compatriota David Ortiz, conocido como "Big Papi", se acercó por detrás y le tocó la cabeza, algo que Beltré famosamente detesta. A pesar de no parecer contento en el momento, quedó claro que no guarda rencor, ya que incluyó a Ortiz en su lista de agradecimientos durante su discurso.
Adrian Beltré debutó con los Dodgers en el verano de 1998, apenas dos meses después de cumplir 19 años, y tuvo una carrera impresionante de 21 temporadas en las Grandes Ligas. El tercera base se convirtió en un símbolo de consistencia, destacándose como una roca en la esquina caliente y un productor constante de carreras hasta el final de su carrera. Con 3,166 hits, Beltré se consolidó como uno de los mejores en jugar esa posición en la historia moderna del béisbol.
Beltré inspiró a una generación de jugadores tanto en su país natal, República Dominicana, como en todo el mundo. Este sentimiento de admiración fue mutuo. "Lo mejor fue: Me encantó. Me encantó el béisbol", aseguró Beltré. "Y me divertí mucho jugando el juego".
Durante las semanas previas a su inducción, Beltré se dedicó a preparar un discurso bilingüe, demostrando la misma intensidad y dedicación que mostró en el campo de juego. "Poder escribir un discurso para el Salón de la Fama y tratar de cubrir toda su vida, a las personas que han significado algo para él, y hacerlo en inglés, realmente es increíble", comentó su ex compañero de equipo en los Rangers, Michael Young. "Realmente lo es".
El evento también incluyó a otros grandes del béisbol como Todd Helton, Jim Leyland y Joe Mauer, quienes, al igual que Beltre, tuvieron meses para prepararse para este momento tan especial. Cada uno de ellos reflejó sobre sus carreras y la importancia de la preparación, enfrentando el desafío de resumir décadas de recuerdos y logros en unos breves minutos.
La ceremonia, celebrada en el Clark Sports Center, fue un recordatorio del arduo trabajo y dedicación que requiere una carrera en el béisbol profesional. Para Beltré, fue una oportunidad de agradecer a aquellos que lo apoyaron y de compartir su amor por el juego. “Vi la mayoría de los discursos que se han dado aquí. Y no soy el único que ha derramado una lágrima en Cooperstown, te lo puedo asegurar”, bromeó Leyland el sábado. “Cuando alguien dice que esto es una vez en la vida, pues esto es una vez en la vida”.
El legado de Adrian Beltré en el béisbol no solo se mide por sus estadísticas impresionantes, sino también por el impacto que tuvo en sus compañeros y en los aficionados. Su ingreso al Salón de la Fama es un reconocimiento merecido a una carrera brillante y a una vida dedicada al deporte. En sus propias palabras, la clave de su éxito fue simple: amar y disfrutar el juego.
El homenaje a Beltré y a los otros inductees fue un recordatorio del poder del béisbol para unir a las personas y de la importancia de la perseverancia y la pasión en la búsqueda de la excelencia.