El gobierno estadounidense sabía que no derrotaría fácilmente a Maduro, como sabía, guardando la distancia.
Nadie ha pensado en la posibilidad de que el “fraude” producido durante el proceso electoral de Venezuela lo haya hecho la oposición, encabezada por reconocidos agentes del Departamento de Estado de los Estados Unidos y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), María Corina Collado y el mequetrefe de Edmundo González, sabiendo de antemano que no tenía ninguna posibilidad de triunfar ante un régimen chavista que tiene el control de casi la totalidad de las instituciones del país.
Estados Unidos quiere recuperar el control de Venezuela, un país ubicado geográficamente en un lugar privilegiado del hemisferio, con grandes reservas de petróleo, oro y otros productos no renovables que tanto necesita el imperio desde el punto de vista estratégico.
Venezuela no es Haití, que carece de todo, un pueblo fantasma donde sólo hay miseria y desolación, que no le interesa, en lo absoluto, a la comunidad internacional. La crisis venezolana no puede verse al margen del conflicto internacional geopolítico. La guerra de Ucrania, la Organización del Atlántico Norte (OTAN), Rusia, China, Irán, Israel, Palestina, Cuba, etc. Más de 40 países ya han reconocido la victoria de Maduro, creando una correlación de fuerzas favorables. El presidente de México, José Manuel López Obrador, critica el “injerencismo”, tanto de Estados Unidos como de la famélica y desacreditada OEA.
El gobierno estadounidense sabía que no derrotaría fácilmente a Maduro, como sabía, guardando la distancia, que los japoneses atacarían la base nadal de Pearl Harbor, matando a más de tres mil soldados norteamericanos, y no hizo nada para evitarlo, pudiendo hacerlo, con lo cual justificaron su participación en la Segunda Guerra Mundial, lanzando las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, matando a más de doscientas mil personas.
(El “fraude” fue virtual. Se produjo en las redes sociales controladas por el imperio, creando una corriente de opinión internacional en contra del proceso electoral que se produjo en Venezuela y en contra de Maduro)
No dudo que también supiera el ataque a las Torres Gemelas, donde perdieron la vida otras tres mil personas, para justificar la invasión en Irak y la destrucción de la milenaria Bagdad, matando a más de un millón de seres humanos, como tampoco pongo en dudas que no supiera el ataque del grupo Hamas en Israel, dándole excusas para producir un holocausto en la Franja de Gaza.
Podría poner otros ejemplos históricos de atentados, golpes de Estado en casi todos los países de América Latina, como en Chile, República Dominicana, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, México, Haití, Cuba, Guatemala, El Salvador, Puerto Rico, etc., etc.
Antes de las elecciones, mucho antes, los enemigos del chavismo trabajaron para crear un clima de incertidumbre, de represión, de inseguridad, de fraude, etc., en medio de una crisis económica cada vez más angustiante para la población, creando el caldo de cultivo que justificarla la narrativa del fraude electoral que ellos mismos habían orquestado. Diseñaron todo un plan para crear una percepción contraria el gobierno de Maduro, al que presentaron como dictador, asesino, bruto, insaciable y ambicioso. Se desdibujó la imagen del presidente Maduro. Nada nuevo. Eso lo hemos vivido los latinoamericanos en la mayoría de nuestros países, sólo que a veces, tenemos mala memoria. (Yo no olvido, ni perdono)
El gobierno de Maduro fue colocado entre la espada y la pared. “Perdió” las elecciones mucho antes de que se celebraran en los medios de comunicación controlados por Estados Unidos y los empresarios dueños de la mayoría de los periódicos, canales de televisión, radio y redes sociales.
Ese monstruo virtual, cada vez más difícil de derrotar, había condenado al gobierno chavista. Lo había enterrado. La narrativa creada por CNN y las demás cadenas internacionales, así como las redes sociales, convencieron a buena parte de la población latinoamericana del fraude antes que de las elecciones se realizaran. (por cierto, en absoluta calma, sin incidentes ni actos de violencia)
Muchas de las imágenes que vemos en las redes sociales de grandes multitudes protestando y gritando con contra del gobierno, son falsas. Las “actas” que dice una parte de la oposición que posee, ganando en todo el territorio nacional, también son falsas. La campaña en contra de Maduro se montó en los medios sobre premisas falsas, mucho antes de que se celebraran las elecciones. Mentiras, una sobre la otra. Y lo peor es que mucha gente, incluyendo algunos gobiernos de la región, penosa y lamentablemente, la compraron, y la asumieron como verdad.
El fraude electoral, en Venezuela, no lo hizo el gobierno, lo hizo la oposición, con el apoyo político y económico del departamento de estado de Estados Unidos, la CIA, utilizando a sus agentes encubiertos, María Corina Collado y al payaso Edmundo González, un hombre sin carisma, ni personalidad. Un “mata cura”, como se le conoce en El Salvador.
La oposición no ha podido demostrar el “fraude”. No hay pruebas reales, documentadas del supuesto fraude, no existen. Y, en cualquier caso, el fraude lo hizo la oposición, sabiendo de antemano, porque sus encuestas lo decían, que perderían, como en efecto, perdieron, solo que, no lo reconoce valiéndose de la mentira, la simulación y la manipulación de los hechos creyendo que es posible convertir en verdad absoluta, una mentira absoluta.
(Ahora la oposición grita y patalea pidiendo a gritos una intervención militar norteamericana sin importarle las consecuencias, creyendo, erróneamente, que Venezuela está sola, que Maduro está solo, que no tiene el respaldo político, militar y social, primero de una buena parte del pueblo venezolano que fue a las urnas a votar por Maduro, y segundo, de gobiernos poderosos de otras latitudes y que repudian la política injerencista y militarista de Estados Unidos)