La anarquía reina mientras el gobierno desaparece, dejando un vacío mortal
Santo Domingo.-Las pandillas haitianas han establecido un imperio del terror, donde la ley es un eco lejano y la autoridad se reduce a la violencia callejera. Con sus propios sistemas de "tributo," estos grupos criminales imponen su dominio sobre las zonas que controlan, sometiendo a los negocios y a la población a su voluntad.
En un país donde el gobierno parece haberse desvanecido, estos grupos violentos mantienen un control absoluto sobre gran parte de la capital y sus alrededores, sin que la policía ni los efectivos internacionales logren expulsarlos de sus bastiones. Desde febrero, los ciudadanos de Carrefour viven a merced de estos criminales, quienes han expulsado a las fuerzas del orden y se pasean armados, sin oposición alguna.
La vigilancia es constante, y los pandilleros conocen cada movimiento de los habitantes. Han instaurado un sistema tributario que obliga a los comerciantes a pagar, bajo la amenaza de saqueos, incendios y violencia física. El estado es casi inexistente, dejando a la población a merced de estas organizaciones.
Hasta ahora el diario Le Nouvelliste no pudo verificar si los negocios más formales, como las gasolineras, los bancos comerciales, las oficinas de transferencia de dinero, operan de acuerdo con el estado de ánimo de los grupos criminales plantados en Carrefour.
Los pandilleros han instaurado un sistema tributario que obliga a los comerciantes a pagar, bajo la amenaza de saqueos, incendios y violencia física.
La Policía Nacional nunca intentó llevar a cabo una operación para recuperar el control de su comisaría, y mucho menos para proteger y atender a una población en peligro, señaló el rotativo.
A falta de agentes del orden, los pandilleros en sus camionetas y empuñando armas automáticas hacen rondas y revisan en la vía pública transeúntes y vehículos.
A pesar de las promesas internacionales, las fuerzas de la ONU brillan por su ausencia, mientras los pocos efectivos kenianos se mantienen al margen tras ser atacados. Desde que los pandilleros hicieron diana en el hombro de uno de ellos ahora están resguardados en su base estudiando francés y creole haitiano.
Mientras que Haití se sumerge cada vez más en la oscuridad, donde el gobierno es un espejismo y la vida, un juego mortal controlado por las pandillas. Con datos de Prensa Latina