Todo los que valoramos y sentimos el orgullo de la dominicanidad seguimos atentos esos minutos de gloria de Marileidy.
La atleta dominicana Marileidy Paulino el pasado viernes acaparó la atención de toda la nación y de todos los dominicanos y dominicanas que residen en cualquier lugar del mundo, con su participación en la carrera de 400 metros planos en los Juegos Olímpicos que culminaron este domingo en la ciudad de Francia, Paris.
Todo los que valoramos y sentimos el orgullo de la dominicanidad seguimos atentos esos minutos de gloria de Marileidy, respiramos hondo cuando ella arrancó en la pista, la empujamos con nuestra oraciones y deseos, y todos, absolutamente todos, desde el presidente Luis Abinader hasta el más humilde trabajador de la empresa más lejana de la frontera, saltamos llenos de alegría, nos abrazamos, lloramos, reímos y dimos gracias a Dios, cuando ella llegó en primer lugar a la meta y logró la medalla de oro e implantó un récord olímpico. Esa medalla que ganó Marileidy colocó el orgullo dominicano a la altura del Pico Duarte y nos hizo sentir dignos hijos del Padre Celestial.
De manera particular, lo que más me ha impactado de Marileidy no es esa medalla de oro, ni sus excelentes condiciones físicas, ni su gran firmeza para enfrentar retos, o su amplia capacidad de dominar la pista sin temor ni vergüenza. Para mí, más que la medalla, que ella se la merece más que nadie, lo que más me impactó en todo este proceso fue una sencilla pero estremecedora imagen, que apareció las redes sociales donde se ve a la humilde corredora oriunda de la pobre y lejana comunidad de San Gregorio, provincia Peravia, con una Biblia en sus manos y diciendo una frase que resume en ocho palabras el real sentido de su vida: “Mi fe es más grande que el oro”.
Esa expresión de Marileidy vale mucho, pero mucho mas que una medalla de oro en cualquier evento deportivo del mundo. Y muestra su grandeza. Ella siempre, en cada circunstancia, en cada batalla, en cada carrera, en cada dificultad, ha mostrado el valor de la fe en su vida y el profundo agradecimiento que tiene de Dios por haberle dado la capacidad de correr, por mantenerla humilde a pesar de las tantas alabanzas que recibe y por permitirle entender que, sin Jesús en nuestro corazones, esos triunfos nos dañan la vida en vez de ayudarnos.
A propósito de saber entender y manejar los éxitos, el escritor y doctrinario cristiano inglés CS Lewis, profesor de la Universidad de Oxford y autor del libro “Las Crónicas de Narnia”, expresó lo siguiente: “No brilles para que otros puedan verte. Brilla para que a través de ti otros puedan ver a Dios”. Y Marileidy ha caminado ese sendero de manera precisa y humilde. En todo momento, lo primero que ella hace es darle gracias a Dios. Cuando gana, cuando pierde, cuando está alegre, cuando está triste, cuando la llenan de regalos por sus éxitos y cuando nadie la apoyaba en esos duros momentos del inicio.
Esa imagen de ella con la Biblia en las manos es uno de los mejores mensajes para todos sus seguidores. Nada vale si no es con Dios primero. Una medalla de oro o millones de pesos, no tienen absolutamente ningún valor si nos sabemos agradecer a Dios y mostrar a Jesús con cada una de nuestras acciones, si no lo mostramos a Él y somos canales de bendición, de ayuda y de estímulo para que otros puedan alcanzar su gracia y su amor.
Con esa expresión de que “Mi fe es más grande que el oro”, Marileidy muestra el agradecimiento a Dios por mantenerla firme en sus propósitos y no creer, como muchos equivocados, que el fin justifica los medios y que los éxitos son el fruto de nuestro poder y nuestra fuerza. La fe, la palabra de Dios, la confianza y la obediencia a Jesús, son el soporte fundamental para alcanzar nuestras metas y entender que nuestros logros tienen sentido solo si somos agradecidos a Dios por todo lo que él nos da, nos permite y nos enseña.
Con es sencilla y humilde imagen, Marileidy entendió y practicó a profundidad la enseñanza que Proverbios 21:31 nos da, para entender con claridad nuestros éxitos en la vida: “Se prepara el caballo para el día de la batalla; pero la victoria es del Señor”. Ella se prepara todos los días para tener una actuación exitosa en cada carrera, pero está absolutamente convencida de que quien le da la victoria es nuestro Padre Celestial. Por eso, en todo momento y en toda circunstancia, siempre “su fe será mas grande que el oro”. ¡Que Dios bendiga y prospere a Marileidy Paulino por siempre y para siempre!
Euri Cabral
Economista y Comunicador