Un cambio a dietas basadas en plantas podría reducir emisiones en un 17%
MADRID, 13 Ago. (EUROPA PRESS) – Un estudio reciente publicado en Nature Climate Change revela que las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la cadena de suministro de alimentos podrían reducirse hasta un 17% si se adoptaran dietas más centradas en plantas. Este hallazgo destaca la importancia de modificar los patrones de consumo para mitigar el calentamiento global.
Según el estudio, el 56,9% de la población mundial que actualmente consume en exceso contribuiría a una disminución del 32,4% en las emisiones alimentarias globales si cambiara su dieta hacia la recomendada por la Comisión EAT-Lancet, conocida como dieta de salud planetaria. Esta dieta propone una reducción significativa en el consumo de carne roja y productos lácteos, a favor de una mayor ingesta de alimentos vegetales.
El Dr. Yuli Shan, de la Universidad de Birmingham, explica que los productos de origen animal tienen un impacto ambiental mucho mayor en comparación con los vegetales. “Reducir el consumo excesivo de carne, especialmente en países ricos como Australia y Estados Unidos, podría traer grandes beneficios tanto para la salud pública como para el clima”, asegura Shan.
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El estudio también señala una disparidad significativa entre países ricos y pobres en términos de emisiones alimentarias. Los países desarrollados, con dietas ricas en carne y lácteos, muestran mayores niveles de emisiones, mientras que muchos países en desarrollo tienen dietas de menor impacto ambiental pero enfrentan altos niveles de desigualdad. En contraste, las naciones con menores ingresos luchan con una disponibilidad limitada de alimentos saludables debido a problemas económicos y falta de infraestructura agrícola eficiente.
El profesor Klaus Hubacek de la Universidad de Groningen subraya que los países de bajos ingresos enfrentan retos adicionales para adoptar dietas más sostenibles. “Más de 1.500 millones de personas en el mundo de bajos ingresos no pueden permitirse una dieta saludable para el planeta. La eficiencia agrícola debe aumentar mediante técnicas mejoradas de gestión de cultivos y suelos”, afirma Hubacek.
Además, los investigadores destacan que las barreras económicas son un impedimento significativo para que los pobres opten por dietas más saludables. Los alimentos de bajo costo y alta densidad calórica suelen ser menos nutritivos. Por ello, es crucial que las políticas se enfoquen en hacer los alimentos saludables más accesibles y asequibles para los grupos de menor gasto.
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El estudio también aborda la necesidad de cambios estructurales en la oferta mundial de alimentos para adaptarse a una demanda más sostenible. Esto implicaría una reducción del 81% en la producción de carne roja, del 72% en azúcares, del 76% en tubérculos, y del 50% en cereales. Por otro lado, la producción de legumbres y frutos secos debería incrementarse en un 438%, las grasas añadidas en un 62% y las frutas y verduras en un 28%.
Estos cambios en la demanda alimentaria podrían provocar fluctuaciones en los precios agrícolas y de tierras a nivel global. Además, podrían surgir efectos secundarios, como el estímulo a la producción de biocombustibles, que contrarrestarían parcialmente los beneficios de una dieta más basada en plantas.
El primer autor del estudio, Yanxian Li, estudiante de doctorado en la Universidad de Groningen, explica que el objetivo de este escenario es “evaluar las implicaciones potenciales de reducir las emisiones del sistema alimentario mediante el cambio de las opciones de los consumidores, en lugar de imponer una dieta uniforme para todos”.
Este estudio subraya la necesidad urgente de adaptar nuestros hábitos alimenticios y políticas agrícolas para enfrentar el cambio climático y reducir las emisiones globales. La transición hacia dietas más sostenibles no solo contribuirá a la salud planetaria, sino también a una mayor equidad en el acceso a alimentos saludables a nivel mundial.4o mini