Autoridades haitianas insisten en rechazar asistencia a la toma de posesión dominicana
Santo Domingo.- El complejo entramado diplomático entre Haití y la República Dominicana ha vuelto a tensarse, esta vez en torno a la negativa de las máximas autoridades haitianas a asistir a la ceremonia de juramentación del presidente Luis Abinader, quien iniciará su segundo mandato el próximo 16 de agosto de 2024.
Esta decisión, que ha generado un intenso debate en ambos países, está profundamente ligada a un malentendido diplomático originado por el cierre del espacio aéreo entre las dos naciones, una medida que data de septiembre de 2023 y que ha dejado huellas difíciles de borrar en las ya complicadas relaciones bilaterales.
El canciller dominicano Roberto Álvarez desmintió que las autoridades haitianas hubieran declinado asistir al evento. Explicó que, el 1 de agosto, tuvo una conversación telefónica con la canciller de Haití, en la que se discutió la posibilidad de su presencia en la ceremonia. Durante la llamada, la canciller haitiana preguntó si sería necesario levantar el cierre del espacio aéreo entre ambos países para el viaje.
Álvarez también informó que instruyó al embajador dominicano en Haití para que visitara la Cancillería haitiana y reiterara la disposición del Gobierno dominicano de facilitar el viaje de las autoridades haitianas al evento.
El conflicto por el canal en el río Masacre
Las tensiones entre Haití y República Dominicana se remontan al 11 de septiembre de 2023, cuando el gobierno dominicano decidió cerrar unilateralmente sus fronteras terrestres, marítimas y aéreas con Haití. La medida fue en respuesta a la construcción, por parte de Haití, de un canal de riego en el río Masacre, una fuente de conflicto histórico entre ambos países. Este canal, que toma agua del mencionado río, ha sido motivo de discordia, ya que el río es compartido por ambas naciones y cualquier alteración en su cauce genera reacciones enérgicas del lado dominicano.
Aunque las autoridades dominicanas explicaron que la prohibición del espacio aéreo no afectaba vuelos diplomáticos ni humanitarios, esta aclaración no fue suficiente para las autoridades haitianas. Dominique Dupuy, canciller de Haití, manifestó su rechazo a cualquier tipo de excepción que beneficie únicamente a los funcionarios, cuando la población haitiana no disfruta de los mismos privilegios. “Las autoridades haitianas no quieren beneficiarse de un privilegio al que el pueblo haitiano no tiene acceso”, declaró Dupuy, quien además exigió la reapertura total del espacio aéreo sin limitaciones ni negociaciones.
La respuesta haitiana y sus implicaciones
Ante esta situación, el presidente Abinader y su canciller Roberto Álvarez intentaron calmar las aguas, subrayando que cualquier solicitud de vuelo diplomático sería autorizada de inmediato, como se había hecho con otros dignatarios invitados a la ceremonia de juramentación. Sin embargo, la respuesta del gobierno haitiano fue contundente: no habría participación de alto nivel en el evento.
La reacción de Haití ha sido recibida con diferentes matices en ambos países. Mientras que en República Dominicana algunos consideran la situación como una muestra de la falta de diplomacia de Haití, otros critican a su propio gobierno por no manejar mejor el conflicto. En Haití, en cambio, la decisión de no asistir a la ceremonia ha sido vista como un acto de dignidad nacional, un gesto que resuena positivamente en una población que ha estado lidiando con las frustraciones de un gobierno de transición que lucha por cumplir sus promesas.
Un punto de no retorno
La negativa de las autoridades haitianas a asistir a la juramentación de Abinader podría marcar un punto de no retorno en las relaciones entre ambos países. Las posturas rígidas adoptadas por ambos gobiernos, especialmente en temas tan sensibles como la soberanía y el acceso equitativo a recursos compartidos, están erosionando la confianza mutua, lo que complica aún más las perspectivas de una resolución amistosa.
Este incidente refleja las profundas heridas históricas que aún persisten entre Haití y la República Dominicana, agravadas por políticas unilaterales que no solo afectan a los gobiernos, sino también a las poblaciones de ambos lados de la frontera. La ausencia de Haití en la ceremonia de juramentación de Luis Abinader no es simplemente un gesto diplomático, sino un síntoma de una relación que requiere atención y, sobre todo, respeto mutuo.
En un contexto regional donde la cooperación es vital para enfrentar desafíos comunes, la situación actual entre Haití y la República Dominicana es un recordatorio de que la diplomacia debe ir más allá de los formalismos y enfrentarse a las realidades del día a día de los ciudadanos. El próximo paso en esta delicada danza diplomática podría definir el curso de las relaciones entre ambos países en los años venideros. Mientras tanto, la sombra del malentendido y las decisiones unilaterales sigue pesando sobre el Caribe.