Muertes prevenibles y enfermedades crónicas acortan vidas estadounidenses
Estados Unidos se sitúa en el último lugar en esperanza de vida entre los países de habla inglesa, según un estudio publicado en la revista BMJ Open, que explica las posibles causas del posicionamiento del país nortamericano en la lista.
Los investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania señalan que los estadounidenses enfrentan tasas más altas de muertes accidentales, homicidios y enfermedades crónicas a edades tempranas, lo que explica este preocupante posicionamiento.
El estudio reveló que mientras la esperanza de vida en Australia supera en cuatro años a la de las mujeres estadounidenses y en cinco años a la de los hombres, en Estados Unidos las mujeres viven un promedio de 81.5 años y los hombres 76.5 años. Sin embargo, estas cifras varían considerablemente dentro del país, con estados como California y Hawái en la cima, y los estados del sur en la parte más baja del espectro.
Los datos utilizados para este estudio provienen de informes de la Organización Mundial de la Salud y la Base de Datos Internacional de Mortalidad Humana, y muestran que desde la década de 1990, Estados Unidos ha tenido la peor esperanza de vida entre los países angloparlantes, situándose por detrás de Canadá, Irlanda, Reino Unido, y Nueva Zelanda.
Los autores del estudio destacan que uno de los principales factores que contribuyen a la baja longevidad en Estados Unidos es la alta tasa de muertes prevenibles entre jóvenes, como sobredosis de drogas, accidentes automovilísticos y homicidios.
Además, los estadounidenses de mediana edad (45 a 64 años) también enfrentan tasas más altas de muerte por drogas, alcohol, y enfermedades crónicas como la cardiopatía.
Otros factores
Además de los factores ya mencionados, existen otras realidades y factores contemplados por otros estudio que podrían estar influyendo en las estadísticas de muertes y esperanza de vida en Estados Unidos, a continuación algunos de ellos:
Desigualdades Socioeconómicas: La disparidad en el acceso a servicios de salud de calidad, educación, y oportunidades económicas crea una brecha significativa en la esperanza de vida. Las comunidades de bajos ingresos a menudo enfrentan peores condiciones de salud debido a la falta de recursos y acceso a atención médica preventiva.
Sistema de Salud Fragmentado: A diferencia de otros países desarrollados con sistemas de salud más unificados y accesibles, el sistema de salud de Estados Unidos es notoriamente caro y fragmentado, lo que deja a muchas personas sin la atención adecuada, especialmente en prevención y manejo de enfermedades crónicas.
Salud Mental y Suicidio: Las tasas de suicidio en Estados Unidos también son elevadas y han aumentado en las últimas décadas. Los problemas de salud mental, combinados con un acceso fácil a armas de fuego, han exacerbado este problema.
Acceso a Alimentos Saludables: La disponibilidad limitada de alimentos frescos y nutritivos en ciertas áreas, conocidas como "desiertos alimentarios", contribuye a una dieta poco saludable y a problemas de salud relacionados, como la obesidad y enfermedades cardiovasculares.
Estrés y Estilo de Vida: El estrés relacionado con el trabajo, la falta de balance entre la vida laboral y personal, y el estilo de vida sedentario predominante en muchas partes de Estados Unidos son factores que también pueden estar afectando negativamente la salud y la esperanza de vida.
Impacto del Racismo y la Discriminación: El racismo estructural y la discriminación pueden llevar a peores resultados de salud en comunidades de minorías étnicas y raciales, quienes pueden enfrentar barreras adicionales para acceder a atención médica de calidad.
Contaminación Ambiental: La exposición a contaminantes ambientales, como la contaminación del aire, agua y suelo, también puede tener un impacto en la salud a largo plazo, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias, cáncer, y otras condiciones crónicas.
Estas realidades y factores se entrelazan de manera compleja, y su combinación contribuye a la diferencia en esperanza de vida y las estadísticas de mortalidad observadas en los países angloparlantes, especialmente en Estados Unidos.