Visitando el vecino país de Facebook, me encontré con una publicación en el muro de Hirvin Manzueta que reproduzco tal como fue publicada:
"¡Esto es verdadero empoderamiento! ¡Esto es verdadera influencia! ¡Esto sí debería imprimirse en los cuadernos de cada niño/a del país! Marileidy Paulino es un vivo ejemplo de perseverancia, disciplina, enfoque, amor a Dios y humildad. Gracias por representar a tu pedacito de isla con tanta altura, y por mostrarnos a todos cuál es el ejemplo de dominicano que se debe emular, ¡the G.O.A.T!"
Y me quedé pensando en todo lo que este post significa.
La República Dominicana se está destruyendo día a día, y no nos damos cuenta porque para nosotros es más fácil poner la mirada hacia donde no moleste a nadie y no nos traiga problemas.
Existe una autocensura, y nadie quiere afrontar el problems y es normal pues tenemos amigos , relacionados, compañeros, familiares, vecinos parte de esta este espiral de la nueva modernidad.
No nos engañemos: el mensaje y el paradigma que están sembrando en las redes sociales, YouTube, y todos estos mal llamados influencers traerán sus consecuencias.
Lo he visto: lo que hace 20 años era un escándalo, ahora es nada.
Lo grave es que antes era un problema de educación; ahora es un tema de normalización.
Vemos cómo un dominicano que está en los medios vende a su mujer en OnlyFans sin ningún problema.
Ella no se considera prostituta; se autodenomina “creadora de contenido”, y esa es la base del problema.
Ella considera que lo que hace es el nuevo paradigma.
Quedó atrás la época en que la gente tenía pudor y, aunque hacía lo malo, no lo exhibía.
Por espacio de 3 años, una mujer con gran talento como Honey Estrella estuvo en una plataforma siendo parte de este problema.
Y luego ella misma, y gracias a Dios, se retira y dice que ya no lo resistía.
Si Honey, que en buen dominicano: “brinca, baila y se despatilla”, tiene una gran belleza, ¿qué les queda a otras que Dios no les dio ni la sombra de ella?, que sin talento ni bellesa qué pensaran?
Nada más hay que ver la cantidad de transexuales que hay en estas plataformas, lo cual no sería problema si lo único que hicieran fuera hablar vulgaridades.
Primero fueron los gays en los 1990, que empezaron a hablar de manera más o menos controlada, y lo aceptamos, pues la sexualidad de cada uno era su problema y todavía se circunscribían al chisme y a “la profesión de los farsantes”, como se define la farándula.
Antes de que la comunidad se ofenda, no critico tu preferencia sexual, ni que te vistas de mujer, ni que te acuestes con una, el problema son aquellos que van a los medios a expresar lo peor, sin importar cómo se perciban.
Pero, al estilo Overton, la cosa fue evolucionando y llegó toda la andanada de medios como Telemicro, con cantidad de cosas positivas pero con su pizca de falta de moral, sembrando la semilla. No es que allí empezó, solo es un punto de referencia.
Pero lo que nadie se imaginó fue lo que pronto vendría: llegaron las redes sociales y, de repente, cualquiera tenía un podcast.
La depravación entonces floreció sin ningún control mientras los que debían controlarlo estaban en: “Belén con los pastores”, y empezó el final de la decencia.
En mi círculo social no ven el problema, dicen preocuparse, pero nadie hace nada.
Pero como todo es por etapas, no les ha bastado con las redes y han migrado a la radio a sembrar su nuevo paradigma.
Las mujeres que allí ves, como Amelia Alcántara, Caro Brito, Jessica Pereira, Tamara Martínez, Sandra Berrocal, viven en una eterna tiradera, hablando de pornografía, de sexo, de amantes, a cualquier hora del día, mientras las autoridades no hacen nada, pues dicen tener las manos atadas.
YouTube, que es la nueva televisión, Instagram, que son los nuevos periódicos, y así como no podías en ningún medio impreso acabar con la moral de cualquiera, tampoco puedes hacer lo propio en las redes sociales alegando libertad de expresión, pues no vivimos en la ciudad bíblica de: “Sodoma y Gomorra”.
Esta siembra de depravación traerá consecuencias: “eso no se queda así, se hincha”. He sido censurado en medios que no me publican, pero cualquier depravación se publica sin problema.
Para los que ya estamos en más de la mitad de nuestra vida, estos influencers no tienen una gran influencia en nuestra formación y nuestras vidas.
Pero la juventud es diferente y está normalizando toda esta basura, y en 10 años ya no se podrá hacer nada.
Este es el verdadero cáncer de la sociedad dominicana, y no otros problemas a los que damos preferencia.
Poco a poco, las dominicanas piensan que está bien ser una Kardashian, y los jóvenes dominicanos quieren ser una mezcla de Alofoke, pero en lo malo, pues a diferencia de este, no emprenden ni trabajan.
No tengo nada contra el mundo urbano; de hecho, tengo amigos allí. No me importa el contenido para adultos, pues no soy la “Madre Teresa de Calcuta”, pero que normalicemos y hagamos de esto nuestro paradigma, nos debe llamar a la reflexión; es un verdadero problema.
A mis hijos les escribo este texto y les pido perdón por haberlos traído al mundo en esta pocilga.
Por más de un año he hecho mi esfuerzo para explicar a mi entorno el problema, y el 90% me ha dicho entender la situación y, en el momento de la acción, no hacen nada.
Y es esta indiferencia la que pronto, en menos de una década, los afectará directamente y de manera cruda, y entonces ya la descomposición será tarde y viviremos en un mundo dirigido por la Generación de la Depravación.