Algunos de estos señores hablan o escriben en los medios principales del país, tal como si fueran patronos.
En este nuestro lar hermoso y querido hace tiempo que contamos con una pléyade de personas que se creen la última Coca-Cola del desierto.
Personas profesionales muy acreditadas que fueron trujillistas hasta el ajusticiamiento, para luego convertirse en anti-trujillistas de primer orden.
En ese grupo pueden incluirse a médicos, ingenieros, educadores, abogados, periodistas, comerciantes, negociantes, empresarios y políticos.
Algunos de estos señores hablan o escriben en los medios principales del país, tal como si fueran patronos, jefes, educadores y modelos a seguir en todo lo que debe hacerse en la sociedad dominicana.
¡Ni que fueran modelos creados por la Inteligencia Artificial!
Nada de lo que hacen los gobiernos está bien para ellos.
A todo lo que se hace en el país algo le falta.
Critican hasta más no poder la falta de esto o aquello, aunque no son capaces de señalar qué cosa o cuáles objetos hacen falta para concluir bien una obra.
La mayoría de esos personajes critican obras de todo tipo sin ser ingenieros, arquitectos o cosa parecida.
Critican inversiones, préstamos o actividades conexas sin ser economistas.
Enlodan a funcionarios con sus declaraciones, sin aportar soluciones a sus quejas, reclamos o denuncias.
Son profesores y maestros en todo, aunque no hayan sido nunca educadores de niños o adultos.
Hablan y escriben de nuestro lamentable subdesarrollo, pero NUNCA DICEN O ESCRIBEN a cuál sociedad del planeta se refieren con sus increíbles párrafos.
Saben que en todas las sociedades existen desigualdades, deformaciones o irregularidades, pero insisten en señalar solo las nuestras.
Hablan o escriben de una sociedad ideal cargada de humanismo, solidaridad, justicia y libertad, aunque no todos pueden hablar, escribir o viajar cuando y sobre lo que les convenga en dicha territorialidad.
Mienten sobre algunos países y su desarrollo, pero a la hora en que se enferman piden que sea a uno de ellos donde los lleven a sanarse, recuperarse o mejorarse.
Condenan que algunos países pequeños sean intervenidos por un gigantesco imperio, pero nada dicen de los otros imperios que anhelan lo mismo.
Estamos llenos y hasta hartos de estos personajes que dirigen mensajes a la juventud para sigan buenos caminos, aunque no han podido resolver los de sus propios hijos o nietos.