La migraña y la diabetes lideran la carga socioeconómica.
Santo Domingo.- 23 de agosto de 2024. La salud de la población es un pilar fundamental para el crecimiento económico de cualquier nación, y en América Latina, esta relación se está volviendo cada vez más evidente. Según un reciente estudio realizado por el instituto alemán de investigación económica WifOR en colaboración con la Federación Latinoamericana de la Industria Farmacéutica (FIFARMA), las enfermedades están restando en promedio un 3,5% al Producto Interno Bruto (PIB) de los países de la región, con algunas naciones enfrentando pérdidas de hasta el 4,7%.
Enfermedades como la diabetes y la migraña, que afectan gravemente la productividad y provocan un elevado absentismo laboral, se destacan por su impacto económico. Estas afecciones no solo comprometen la estabilidad presente y futura del mercado laboral, sino que también agravan las desigualdades, afectando desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables. En una región donde la proporción de personas de edad avanzada está en aumento, la carga de estas enfermedades se vuelve aún más significativa.
El estudio subraya la importancia de medir la carga socioeconómica (SoC) de una enfermedad, la cual se refiere a la disminución del capital humano debido a la reducción del tamaño, la eficiencia y el potencial de la fuerza laboral. En este contexto, la SoC se ha cuantificado para siete enfermedades: cardiovasculares, neoplasias, cardiopatías isquémicas, infecciones respiratorias bajas, cáncer de mama, diabetes tipo 2 y migraña. Los resultados indican que la migraña y la diabetes tipo 2 son las enfermedades que más contribuyen a esta carga, con una tendencia al alza en la última década.
La relación entre la salud y el crecimiento económico es evidente, pero a menudo se pasa por alto en las asignaciones presupuestarias de los gobiernos de la región. Las inversiones en salud no solo deben enfocarse en el tratamiento de enfermedades, sino también en la prevención y la promoción de la salud integral. “Estos resultados confirman la importancia de una inversión adecuada en salud y de que las estrategias sanitarias promuevan el desarrollo económico”, señaló Victoria Brenes, Directora Ejecutiva de Fedefarma. Según Brenes, el sistema sanitario debe considerarse una inversión para el mediano y largo plazo, con programas que no solo traten, sino que prevengan enfermedades.
El informe revela datos preocupantes: en 2022, las disminuciones de la fuerza laboral vinculadas a las enfermedades mencionadas representaron entre el 2,5% (en Perú) y el 6,4% (en Argentina) del PIB. Las pérdidas económicas de 2018 a 2022 oscilaron entre US$12.500 millones en Costa Rica y US$367.400 millones en Brasil. Estos números demuestran que las pérdidas no solo se reflejan en los sectores de salud, sino que tienen efectos indirectos sobre toda la economía.
El estudio también destaca que, más allá del número de pacientes tratados o las camas ocupadas en las unidades de cuidados intensivos, el verdadero impacto de la inversión en salud debe medirse en términos de los beneficios económicos obtenidos a través de la prevención de pérdidas de productividad. Poblaciones más sanas generan efectos indirectos positivos que se extienden más allá de sus sectores de empleo directos.
El análisis, realizado en ocho países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Perú), es un claro reflejo de la necesidad de que la región aumente y mejore la inversión en salud. La conclusión es contundente: el sistema sanitario no debe verse únicamente como un medio para tratar enfermedades, sino como un pilar fundamental para el desarrollo socioeconómico sostenible y el aumento de la productividad.