Algunos dirigentes podrían ver muestra de debilidad del mandatario, aunque todos hablan de su firme carácter en los asuntos de Estado.
El anciano caudillo reclamaba certeza sobre la calidad del sonido (“se oye o no se oye”), el atípico mandatario extravió una página de su discurso y el joven empresario tropezó con disgustos de colaboradores y aliados que trabaron los decretos. Escabroso inicio del relanzamiento gubernamental.
El cambio de escenario de la asamblea nacional del viejo edificio del Centro de los Héroes al Teatro Nacional resultó un acierto, pese a las críticas, pero a la hora de las juramentaciones, obstruida la maquinaria firmadora de decretos por aspiraciones insatisfechas e indecisiones, hubo que improvisar.
En medio de la juramentación colectiva, en un salón con pocos ministros y directores generales, el presidene Abinader llamó al consultor jurídico para instruirlo de que solo se juramentarían los designados y que los demás quedaban “confirmados, por el momento”. Incertidumbre y confusión. Hubo funcionarios que por precaución nunca llegaron.
“No es necesario hacer otro decreto y aquí se han juramentado solo los nuevos funcionarios, los demás estamos aquí en calidad de acompañantes”, precisó Antoliano Peralta.
(Antes hubo un acto que llamó la atención, también en el mismo Salón de Embajadores, Abinader aún con la banda presidencial, encabezó la ceremonia de lectura de la Declaración de Santo Domingo, que reunió a 21 países y a la Unión Europea y que cuestionó los resultados de las elecciones venezolanas ofrecidos por órgano oficial electoral. La declaración es coherente con la postura oficial dominicana sobre la crisis de ese país, pero fue colocada, sin estar en la agenda de actividades, en medio de los ceremoniales de Estado).
De alguna manera, se paralizaron instituciones cuyos titulares “habían recogido” y en otras que los funcionarios y empleados conocían los nombres de los sustitutos. Muchos persistieron en moverse a apetecidos ministerios y agencias. Se avinagraron los disgustos.
El mandatario, tolerante y recordando apoyos primigenios, esperó y hubo de trastocar planes originales. Hay designaciones sorprendentes y “bajones”, inexplicables. Muchas “bembitas” secretas.
El problema es que es un hijo del PRD, como lo es el PRM eso es delicado en un momento en que Abinader no regresaría, colocando todo su aval político para salirse de la carrera por la vía constitucional, a partir del 2028.
Algunos dirigentes podrían ver muestra de debilidad del mandatario, aunque todos hablan de su firme carácter en los asuntos de Estado. Sublevados lograron mantenerse o pasar a posiciones mejores. (Paradójico, a propósito de disciplina y mensajes firmes del liderazgo presidencial: Miguel Mejía, ministro de Integración Regional, entrañable amigo de la familia Abinader, cuestionó la política de RD ante la crisis electoral venezolana y hasta tildó de injerencista al mandatario, y aún continúa en el cargo)
En el ámbito de los diputados hay enconos, por la propuesta presidencial de reducir la cantidad de miembros de la cámara baja, aceptada popularmente y aderezada con comentarios ácidos contra los legisladores.
Al concluir una reunión de la dirección del PRM, encabezada por Abinader, el presidente estatutario, José Ignacio Paliza declaró que la dirección partidaria asumía las reformas sometidas al congreso nacional por el mandatario.
Alfredo Pachecho, presidente de los diputados, informó que se trabaja para establecer un consenso, que una vez establecido es de obligatorio cumplimiento. Abinader ya adelantó el famoso “so pena…”
La reducción en 53 miembros es difícil que pueda ser consensuada con los diputados oficialista, que encontraron una cama en el rechazo de sus colegas opositores.
Abinader que ya aceptó recortar los cambios a la Carta Magna, debe evitar la sensación de que es derrotado por su propio partido, cuando precisa de un triunfo político con sus reformas, sobre todo la constitucional que él la ha levando como imprescindible.