Madrid, 5 de septiembre de 2024 (Europa Press) – Gisèle Pélicot, víctima de una década de violaciones organizadas por su esposo, compareció este jueves ante un tribunal en Aviñón, Francia, donde relató los horrores sufridos a manos de su marido y decenas de hombres. Pélicot describió cómo fue sometida a sumisión química durante años, lo que permitió que la trataran como "una muñeca de trapo, una bolsa de basura" en manos de medio centenar de abusadores.
El tribunal de Aviñón examina los hechos ocurridos en la localidad de Mazan, donde 51 hombres están siendo juzgados, acusados de haber participado en violaciones organizadas por Dominique Pélicot, esposo de Gisèle. De estos, 35 han admitido haber mantenido relaciones sexuales con la víctima, aunque alegan no haber entendido que fueran actos no consensuados. Sólo tres de ellos han pedido disculpas. La Fiscalía ha contabilizado al menos 92 violaciones cometidas durante una década.
Gisèle Pélicot describió cómo, durante años, las únicas señales de los abusos se manifestaban en lagunas temporales en su memoria. "Hasta nuestros amigos nos decían que éramos la pareja ideal", expresó durante su declaración, refiriéndose a su vida matrimonial aparentemente normal. No fue hasta el 12 de septiembre de 2020 cuando descubrió parte de la verdad, tras encontrar a su esposo llorando. Él confesó que había sido sorprendido filmando a mujeres por debajo de sus faldas en un supermercado. A pesar de este incidente, Gisèle decidió perdonarlo.
Un mes después, Gisèle se despertó sin recordar nada de la noche anterior, tras regresar a Mazan. Fue entonces cuando sufrió la última violación organizada por su esposo, aunque no lo descubriría hasta tiempo después, cuando la Policía la convocó a declarar el 2 de noviembre de ese año. En ese momento, creyó que se trataba de los vídeos tomados por su marido en el supermercado, pero la realidad era mucho más oscura.
En comisaría, la Policía le mostró imágenes de una mujer siendo violada, sin que Gisèle se reconociera al principio. Sin embargo, al continuar viendo las fotografías, terminó identificándose como la víctima en esas terribles escenas. "Son escenas de barbarie", declaró, describiendo el inicio de un trauma profundo que la llevó a pensar en quitarse la vida, aunque fue el recuerdo de sus hijos y nietos lo que le dio fuerzas para seguir adelante.
Las investigaciones en su vivienda no revelaron inicialmente la droga utilizada para someterla, pero Dominique Pélicot terminó admitiendo que escondía botes de Temesta, un potente sedante, en botas de montaña. La Policía también sugirió a Gisèle que abandonara el pueblo, ya que los hombres que la habían violado sabían dónde vivía.
Gisèle Pélicot ha dejado claro que su testimonio no es por ella misma, sino por las mujeres que puedan estar en situaciones similares. Durante su declaración, afirmó que espera que su relato sirva para alertar a otras víctimas de sumisión química. "El día en que una mujer se levante y no recuerde lo que hizo el día anterior se dirá a sí misma: he oído el testimonio de la señora Pélicot", declaró.
Con su valentía al enfrentarse a sus abusadores en el tribunal, Gisèle espera dar voz a quienes han sido silenciadas por el miedo y la humillación, y que su historia sirva para que otras mujeres encuentren el valor para denunciar.
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