Puedo decir, sin temor a equívocos, que Maridalia es un artista completa.
Por algún lado debemos ser familia. El apellido Hernández debe unirnos de alguna manera. Me sentiría orgulloso de tener una prima con su talento. Yo, que no canto ni en el baño, que apenas toco la puerta, que apenas emborrono cuartillas para escribir algunos versos y estos artículos, la tengo en un sitial privilegiado, en un pedestal porque ella es un monumento.
¡Maridalia Hernández es única! ¡Una monstrua de cantante!
Lo sé desde que la escuché cantar por primera vez hace muchos años; mucho antes de que formara parte fundamental del grupo 440 (afinación perfecta) junto con su líder, Juan Luis Guerra, Roger Zayas-Bazán y Mariela Mercado.
Maridaría no llegó al mundo artístico y del espectáculo por casualidad. El azar no tuvo nada que ver con su incursión en el arte y la cultura. Es verdad que nació con un “don”, (la voz prodigiosa) que, al paso del tiempo fue perfeccionando gracias a sus estudios musicales desde los diez años.
Maridalia es graduada del Conservatorio Nacional de Música de Santo Domingo. Antes de llegar al Conservatorio ya tocaba el piano en su natal Santiago. Nieta del consagrado artística don Julio Alberto Hernández, maestro de generaciones, saxofonista y pianista de renombre, compositor, escritor y folclorista, que vivió casi cien años, dejando un legado artístico imborrable.
Puedo decir, sin temor a equívocos, que Maridalia es un artista completa, capaz de interpretar con acierto, cualquier género, ya sea popular o clásico. Es la razón por la que digo que Maridalia es única: cada vez que se presenta podemos apreciar la calidad de su voz, trabajada y educada, el manojo impresionante de los tonos tanto graves como agudos. La fuerza interpretativa, el carisma, la gracia, el manejo escénico.
Ella es una mezzosoprano, no sé si ligera o dramática, porque no es mi campo de estudio, pero lo que sí sé es que su fraseo es perfecto, su afinación impecable. Rara vez se le escapa una nota. Pocas cantantes en la República Dominicana y en la región tienen tantos atributos. Es un lujo ver y disfrutar de una artista tan versátil y completa.
La he querido ver como concertista junto con el maestro José Antonio Molina (Chicho) en el Teatro Nacional junto con la Sinfónica, demostrando sus cualidades poco exhibidas en el país, poniendo de manifiesto su grandeza.
Lamento que Maridalia Hernández no goce del reconocimiento que sus condiciones artísticas merecen. ¡Maridalia es un lujo! Si yo tuviera los recursos económicos y el poder en el Ministerio de Cultura o de Turismo, la metiera en un estudio de grabación, junto a los mejores arreglistas del país, la sinfónica o la filarmónica, para grabar canciones de los principales compositores, que los hay muy buenos, tanto del pasado como del presente, para que no se pierdan en el tiempo. El talento, la cultura, la capacidad y el talento de Maridalia, no se puede desperdiciar. Ella es un patrimonio cultural viviente del pueblo dominicano, como lo son Juan Luís Guerra, Rafael Solano, Adalgisa Pantaleón, Erasmo -Niní- Cáffaro, Fernando Casado, Michael Camilo, Cecilia García, entre otros.
Este es un país musical, rico en ritmos, folklor, melodías, etc. Este país parió a Casandra Damirón, Eduardo Brito, Johnny Ventura, Freddy Beras Goigo, Freddy Ginebra, Jorge Taveras, Papa Molina, Luís Alberti, Joseito Mateo, Sánchez Acosta, Wilfrido Vargas, Sonia Silvestre, Félix del Rosario, Francis Santana, Luchy Vicioso, Angela Carrasco, a Pedro Mir, Manuel del Cabral, Juan Bosch, Salomé Ureña y sus hijos, los Henríquez Ureña, estos últimos, maestros universales de la literatura, entre muchos otros inolvidables artistas.
Siempre he pensado que los artistas dominicanos deben ser más valorados y protegidos, como en México, Puerto Rico y Cuba, para solo citar algunos ejemplos, donde sus artistas son venerados y respetados, como glorias del arte y la cultura que forman la idiosincrasia del pueblo.