Por Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo.
Arquidiócesis de Santo Domingo. Es una necesidad imperiosa la ruta de la humanidad en plenitud de los santos, modelos del ciudadano que aporta y hace avanzar la sociedad en su desarrollo en beneficio de todos sus componentes. Es el caso del Padre Giovanni Franceso Fantino Falco (1867-1939), italiano que aspiraba a la vida monástica, pero fue rechazado tras varios intentos por su inquieto espíritu, razón por la que ingresa en la escuela de misioneros de Roma. Para sus 30 años ha recibido las órdenes menores, completado sus estudios teológicos en el grado de Doctorado con la tesis del Misterio de la Trinidad desde el punto de visto de los filósofos, prueba de su capacidad de estudioso afanoso de las ciencias humanas.
El primer lugar de misión del Padre Fantino fue Venezuela donde se dedica a la actividad académica a nivel universitario y al servicio pastoral. Al cabo de dos años pasará a la Republica Dominicana donde Monseñor Meriño le asigna inspeccionar el Santo Cerro. Dedicado luego a la escuela pública en la zona de Montecristi pasará a fundar en la Vega la escuela San Sebastián, primera de varias, con el apoyo de familias del lugar, además de un asilo bajo el cuidado de las Hermanas de la Caridad.
En sus manos estuvo el crecimiento de parroquias diversas una vez se le permitió establecerse en la Vega. El establecimiento del Apostolado de la oración, la construcción de capillas y la colaboración con los sacerdotes jesuitas le envolvió en muchas actividades educativas y caritativas.
Destacada fue su asignación como confesor de un gran numero de congregaciones religiosas y la labor de impartir retiros de renovación espiritual al clero del país en general. Dedicado a la construcción y apertura de escuelas, a la formación de decenas de catequistas, a las mejoras y reparación de las estructuras de los edificios eclesiales y de uso publico educativo. Esto y más a pesar del estado de su precaria salud.
Muere por causas cardíacas dejando un inmenso legado educativo, catequístico, espiritual y caritativo por todo el territorio nacional. Su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, al Sacramento de la Confesión y su capacidad de involucrar a las familias en el proceso educativo de sus hijos conformando con ellas verdaderas comunidades educativas dieron al país una estabilidad y cohesion que a nivel estatal era muy inestable.
Inquieto sin lugar a dudas el Padre Fantino, siempre adelantándose a los demás, solicitando a sus superiores cambios de localidad y los permisos para incorporarse a nuevos servicios sociales, a pesar de su salud precaria, en el campo de las ciencias humanas, la integración familiar y su formación académica como fundamento de toda estructura social, la atención a los más vulnerables, en especial a los ancianos, la orientación espiritual y la inculturacion de los mejores valores que enaltecen al espíritu humano. El proceso de canonización del Padre Fantino para ser declarado por la Iglesia Católica modelo e intercesor avanza por ser un hombre que caminó haciendo el bien social por todo el territorio dominicano, haciendo suya la tierra que le acogió para realizar la misión de hacer un entorno digno y más humano.
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