La combinación de vulcanismo y fenómenos extremos devastó el planeta
Un nuevo estudio, publicado en la revista Science, ha proporcionado más evidencia de que la extinción masiva del Pérmico-Triásico, la mayor en la historia de la Tierra, fue impulsada por fenómenos de El Niño extremadamente intensos y prolongados, que exacerbaron las ya críticas condiciones climáticas causadas por gigantescas erupciones volcánicas en Siberia.
Esa realidad del pasado guarda paralelismo con el presente y es "un recordatorio sombrío" de cómo el cambio climático extremo puede alterar radicalmente la vida en la Tierra, en palabras del profesor David Bond, paleontólogo de la Universidad de Hull.
El papel de El Niño y el vulcanismo en la catástrofe
Durante este período, las erupciones volcánicas liberaron enormes cantidades de dióxido de carbono, lo que incrementó rápidamente las temperaturas globales. Sin embargo, este calentamiento fue solo una parte del problema. El Niño, un fenómeno climático cíclico que afecta los patrones de lluvia y temperatura en todo el mundo, se intensificó de manera extrema, transformándose en lo que los investigadores han denominado "Mega El Niño", con episodios mucho más largos y severos que los que se observan en la actualidad.
El Dr. Alexander Farnsworth, investigador de la Universidad de Bristol y coautor del estudio, explicó que este calentamiento y la variabilidad climática hicieron que el clima global fuera "salvaje e impredecible". Las especies que habitaban en los trópicos, así como en las latitudes medias, se enfrentaron a un dilema fatal: las temperaturas aumentaban tan rápidamente que no podían migrar ni adaptarse lo suficientemente rápido.
Impacto global: tierra y océanos colapsan
La magnitud de esta crisis fue devastadora tanto para la vida terrestre como para los océanos. Las especies marinas, que inicialmente parecían estar a salvo del aumento de las temperaturas, sufrieron una muerte lenta. El estancamiento de los océanos interrumpió la circulación de nutrientes, lo que resultó en la asfixia de los ecosistemas marinos. El colapso de las redes alimentarias y la acidificación de los mares terminaron por aniquilar una vasta porción de la vida acuática.
En tierra, las plantas y los insectos, generalmente más resilientes, fueron algunas de las primeras víctimas. La vegetación murió en masa debido a sequías prolongadas provocadas por los episodios de Mega El Niño. Esta muerte de las plantas fue particularmente grave, ya que las plantas desempeñan un papel clave en la absorción de CO2. Sin la vegetación, el dióxido de carbono se acumuló aún más en la atmósfera, acelerando el cambio climático y agravando la extinción en la tierra.
Un ciclo de destrucción ambiental
El estudio de los isótopos de oxígeno en fósiles de conodontos —organismos marinos extintos— permitió a los científicos reconstruir las temperaturas globales durante ese período. Encontraron que el calentamiento en las latitudes bajas y medias fue tan intenso que prácticamente no había refugio climático para las especies que intentaban escapar de las altas temperaturas.
El profesor Yadong Sun, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Geociencias de China, en Wuhan, subrayó que la extinción del Pérmico-Triásico casi acabó con la vida en la Tierra. La recuperación fue lenta y muchas de las especies que sobrevivieron lo hicieron de manera precaria.
Paradojas de la extinción
Una paradoja clave de este evento de extinción es que la vida en los océanos tardó mucho más en colapsar que la vida en la tierra. Los investigadores atribuyen esto a que los océanos actuaron como un amortiguador temporal para el aumento de las temperaturas, pero con el tiempo, los Mega El Niño destruyeron incluso esa protección. En tierra, las especies simplemente no pudieron adaptarse al ritmo acelerado del cambio climático.
El profesor Paul Wignall, coautor y experto en paleoambientes de la Universidad de Leeds, enfatizó que los incendios forestales fueron una característica común de este clima extremo. La Tierra quedó atrapada en un ciclo devastador: el calor y las sequías causaron incendios que devastaron el paisaje, mientras que el CO2 adicional agravó aún más el cambio climático, sumiendo al planeta en una espiral de destrucción ambiental.
Consecuencias y lecciones para el presente
El estudio no solo revela las causas del evento de extinción más devastador de la historia, sino que también ofrece advertencias cruciales para el presente. A medida que los eventos de El Niño actuales se intensifican por el aumento de CO2 inducido por el hombre, el estudio sugiere que si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan sin control, podríamos enfrentar eventos climáticos extremos que, aunque no de la misma magnitud, podrían tener impactos desastrosos en los ecosistemas globales. Con datos de Europa Press