Benín, uno de los principales aliados francófonos en la lucha contra las pandillas en Haití, se encuentra en un conflicto diplomático que está retrasando la llegada de su apoyo militar a la nación caribeña. Pese a haberse comprometido a enviar entre 1,500 y 2,000 soldados, Benín se ha negado rotundamente a subordinar a su ejército bajo el mando de la policía keniana, el país que actualmente lidera la misión de apoyo internacional.
"Estamos listos para ayudar a Haití, pero no bajo estas condiciones", declaró con firmeza el ministro de Relaciones Exteriores de Benín, Shegun Adjadi Bakari.
Según el canciller, recoge Prensa Latina, Haití enfrenta una crisis que va mucho más allá de lo que puede manejar una fuerza policial. Lo que necesita el país es una intervención militar seria y bien estructurada para combatir eficazmente a las pandillas que controlan el 80% de Puerto Príncipe, y no un simple refuerzo policial.
La posición de Benín, aunque firme, ha ralentizado el despliegue de tropas internacionales. La Comunidad del Caribe (CARICOM) y varias naciones francófonas, incluyendo Benín, se comprometieron a participar en la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití a principios de este año.
Esta iniciativa surgió como respuesta a la creciente violencia de las pandillas armadas, que han asolado el país y paralizado sus instituciones, impidiendo incluso la celebración de elecciones.
Benin considera que lo que necesita el país es una intervención militar seria y bien estructurada para combatir eficazmente a las pandillas que controlan el 80% de Puerto Príncipe, y no un simple refuerzo policial.
Sin embargo, el gobierno beninés ha dejado claro que no enviará tropas si estas deben estar bajo el mando de la policía de Kenya. "No podemos enviar a nuestro ejército para ser dirigidos por policías. Esto nunca ha ocurrido en ninguna parte del mundo", enfatizó Bakari.
La idea de que la policía lideraría una misión militar ha generado escepticismo en Benín, ya que sus fuerzas están entrenadas para operaciones militares, no para ser comandadas por unidades de policía.
Kenya, que se ofreció a liderar la misión, ya ha desplegado 600 de los 1,000 agentes prometidos, pero la llegada del resto de los efectivos sigue siendo incierta.
Mientras tanto, Benín se mantiene en una postura crítica, argumentando que sin un liderazgo militar, la misión está destinada al fracaso. "Lo que hay en Haití es una guerra", afirmó Bakari. "Y los policías no saben manejar operaciones de guerra."
El estancamiento en las negociaciones no solo involucra a Benín y Kenya, sino también a otros actores internacionales como Estados Unidos, Canadá y Francia, que están llamados a proporcionar financiamiento y apoyo logístico para la misión.
Bakari insistió en que estos países deben asumir su responsabilidad y comprometerse económicamente con la operación. "Nuestra posición es simple: estamos listos. Nuestras tropas están capacitadas y cuentan con las autorizaciones necesarias, pero al mismo tiempo, necesitamos el compromiso financiero de la comunidad internacional", declaró Bakari, subrayando que la lucha contra las pandillas en Haití no puede depender únicamente de una misión policial.
El desenlace de este conflicto definirá el futuro de la seguridad en Haití y pondrá a prueba la capacidad de la comunidad internacional para responder de manera efectiva a una crisis que ya ha cobrado demasiadas vidas. Mientras tanto, el tiempo sigue corriendo, y el país caribeño continúa sumido en la violencia y la incertidumbre.
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