El presidente Abinader ha encontrado rechazo entre sus seguidores a las propuestas de reducción de diputados.
El liderazgo electoral actúa con responsabilidad y madurez, al advertir las dificultades a las que se enfrenta la administración de los comicios de unificarse las elecciones. Lo simpático era “pelarle el diente” al proponente, quien tiene en sus manos ratificarle, camino que parecería despejado al examinar el impecable trabajo realizado para las votaciones de febrero y mayo de este año.
Los miembros de la Junta Central Electoral acudieron a una sesión de la comisión bicameral que estudia la reforma constitucional sometida por el Poder Ejecutivo y se limitaron a explicar los impactos de los cambios, dejando las opiniones y decisiones finales a los políticos.
Discrepo del esquema actual, de elecciones en el mismo año con tres meses de distancia. A falta de una fuerte institucionalidad para elecciones cada dos años, separando municipales de las presidenciales y congresuales, apoyaría la unificación el mismo día, empero las anotaciones de la JCE obligan a una profunda reflexión, dejando de lado emociones y preferencias.
El presidente de la Junta, Román Jáquez, sus compañeros y técnicos solo ofrecen los datos operativos: más tiempo de votación de cada elector, aumento de colegios electorales, retrasos para el inicio de los boletines, ampliación de horario de sufragio, lo que implicaría modificación de la ley electoral.
Todo esto se traduce en largas filas, desesperación de los ciudadanos, cansancio de actores políticos y técnicos y observadores. Retraso, y la oscuridad, cómplice histórica de violencia y trampas.
Los comisionados electorales se permitieron sugerir “evaluar la factibilidad” de eliminar el voto preferencial para regidurías y vocalías, los dos niveles con mayor cantidad de candidaturas, y que se coloquen listas cerradas bloqueadas.
En el fondo está la desconfianza entre los políticos por el historial de marrullas entre adversarios partidarios y miembros de una misma organización, que ha generado más de una división de estructuras históricas.
Los políticos, y sobre todo a los que toca rol opositor en un momento determinado rechazan el uso de tecnologías de la información en las elecciones, aunque su vida profesional y permanentes campañas se apoyen en estos instrumentos. Y freno absoluto al órgano electoral en cualquier avance tecnológico.
En las elecciones de este año, luego de avances y consensos, partidos opositores obligaron a la votación y escrutinio manuales, apelando la JCE a toda su creatividad y paciencia, dispuso de unos equipos denominados EDET en todos los colegios electorales para digitalización, escaneo y transmisión de resultados, utilizando laptops y multifuncionales. Se garantizó integridad de información, pero actores que se sabían perdedores, entonces se decantaron por otras denuncias.
El problema siempre ha sido que los que se saben perdedores inician tempranas campañas de descredito contra la Junta y generan dudas y hacen denuncian que luego irresponsablemente olvidan.
Los partidos políticos tradicionalmente rehúsan darle al árbitro un instrumento fuerte de regulación para la organización de los procesos, con la excusa de que tiene facultades reglamentarias constitucionales, que cuestionan cuando la JCE las usa para contener los desbordamientos de campaña.
Dicen que uno no está obligado a lo imposible, pero la Junta ha tenido asumir “imposibles” por irresponsabilidades partidarias coyunturales.
Los miembros actuales, a quienes no tocarían los problemas comentados y advertidos dan muestra de sensatez, en momentos en que los legisladores que examinan las reformas (en su mayoría perremeistas, que se supone estarían con la unificación de las elecciones sugerida por Abinader) se abocan a evaluarlos para decidir su continuidad o exclusión.
El presidente Abinader ha encontrado rechazo entre sus seguidores a las propuestas de reducción de diputados, unificación de elecciones, reducción a 7 del Consejo de la Magistratura (apoyan sacar al Procurador, pero para sustituirlo por el presidente del Tribunal Constitucional).
Muchas reformas, poco tiempo y dispersión…