Científicos graban la historia genética en cristal 5D indestructible, buscando preservar la vida
Científicos de la Universidad de Southampton han dado un paso colosal hacia la inmortalidad genética de la humanidad: han almacenado el genoma humano completo en un cristal de memoria 5D, un formato de almacenamiento capaz de perdurar miles de millones de años.
La tecnología, más allá de cualquier imaginación distópica, podría ser la clave para revivir a la humanidad y otras especies en un futuro en el que nuestra existencia sea solo un eco perdido en el tiempo.
El cristal, desarrollado por el Centro de Investigación de Optoelectrónica (ORC) de la Universidad de Southampton, tiene la capacidad de almacenar hasta 360 terabytes de información sin degradarse, incluso bajo condiciones extremas.
El material es capaz de soportar temperaturas de hasta 1000 °C, impactos de 10 toneladas por centímetro cuadrado y la devastadora radiación cósmica, y podría conservar la esencia genética de la humanidad mucho después de que el último ser humano haya desaparecido, recoge Europa Press.
Los autores indican que no se trata solo de un avance científico, sino de una cápsula del tiempo molecular, un faro de esperanza en caso de que algún día, en un futuro incierto, la ciencia permita la resurrección de nuestra especie.
El material es capaz de soportar temperaturas de hasta 1000 °C, impactos de 10 toneladas por centímetro cuadrado y la devastadora radiación cósmica, y podría conservar la esencia genética de la humanidad mucho después de que el último ser humano haya desaparecido.
Para asegurar su protección, el cristal que contiene el genoma humano ha sido sellado en una mina de sal en Hallstatt, Austria, como parte del archivo de la Memoria de la Humanidad. Almacenar nuestro ADN en un entorno tan resistente y remoto refleja el anhelo de supervivencia frente a un mundo que parece cada vez más hostil e impredecible.
“La tecnología de cristales de memoria 5D abre posibilidades para que otros investigadores construyan un depósito eterno de información genómica”, explica Peter Kazansky, líder del proyecto. “Podrían restaurarse organismos complejos como plantas y animales si la ciencia lo permite en el futuro”.
No es la primera vez que la ciencia se aventura en territorios impensables. En 2010, el equipo del Dr. Craig Venter logró crear la primera célula bacteriana sintética, demostrando que la vida puede ser creada de manera artificial. Hoy, este cristal de memoria no solo almacena datos, sino que también es una semilla de la posible resurrección.
La tecnología empleada utiliza láseres ultrarrápidos para inscribir con precisión los datos en estructuras nanoordenadas dentro de la sílice. Mientras los formatos convencionales como discos duros y cintas magnéticas se degradan con el tiempo, este cristal promete ser indestructible, soportando el paso de millones de años. La codificación en 5D combina dos dimensiones ópticas y tres coordenadas espaciales, permitiendo un nivel de almacenamiento y durabilidad que desafía todo lo conocido.
Los autores indican que no se trata solo de un avance científico, sino de una cápsula del tiempo molecular, un faro de esperanza en caso de que algún día, en un futuro incierto, la ciencia permita la resurrección de nuestra especie.
Para aquellos seres del futuro que puedan descubrir este tesoro cristalino, los investigadores han incluido una clave visual inscrita en la superficie, revelando cómo descifrar los datos almacenados. Como un mensaje cósmico, esta inscripción describe los elementos fundamentales de la vida: hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno; las bases del ADN y su estructura molecular; e incluso cómo se organizan los genes en un cromosoma. Este código genético universal podría, algún día, ayudar a una inteligencia futura, ya sea biológica o sintética, a comprender y recrear a la humanidad.
Aunque suene a ciencia ficción, la realidad es que este cristal de memoria 5D es una apuesta radical por la perpetuación de nuestra especie. “No sabemos si esta tecnología seguirá alguna vez a las placas de la nave espacial Pioneer en cuanto a distancia recorrida”, admite Kazansky. “Pero se puede esperar con un alto grado de confianza que cada disco supere su tiempo de supervivencia”.
El proyecto es, en esencia, un acto de fe en la continuidad de la vida, una manifestación del espíritu humano que se niega a aceptar el olvido total. Mientras la biología sintética avanza y la ciencia se adentra en territorios inexplorados, este cristal de memoria representa el deseo de trascender nuestra frágil existencia.
Si algún día la humanidad logra resurgir de sus cenizas digitales, este cristal será la prueba de que alguna vez estuvimos aquí, luchando contra la extinción con la esperanza cristalizada de un futuro redentor.