Beijing y Tokio eligen el estancamiento mientras EE. UU. toma acción decisiva
En un sorprendente desafío a las políticas monetarias globales, el Banco Popular de China (BPC) y el Banco de Japón (BoJ) han decidido mantener sus tipos de interés sin cambios, desoyendo el llamado a la acción en un mundo sacudido por la incertidumbre económica.
Mientras la Reserva Federal de Estados Unidos recortó su tasa de interés en 50 puntos básicos, situándola en un rango objetivo de 4,75% a 5%, las decisiones de las autoridades financieras asiáticas muestran una preocupante falta de reacción ante los signos de desaceleración económica.
El BPC ha mantenido la tasa de facilidad principal de préstamo a uno y cinco años en 3,35% y 3,85%, respectivamente. Esta pasividad ante la crisis se suma a la tímida reducción de diez puntos básicos realizada en julio, y al insignificante recorte en el tipo a corto plazo, que pasó de 1,8% a 1,7%.
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Ante la debilidad económica que casi descarta el objetivo del 5% del PIB para este año, Beijing prefiere un "fortalecimiento de la regulación anticíclica" que suena más a inacción que a una medida efectiva para reactivar la economía real.
Por su parte, el Banco de Japón mantiene su tipo de interés en 0,25%, alegando la "falta de claridad en la economía mundial". Según su gobernador, Kazuo Ueda, los datos recientes de Japón se ajustan a las estimaciones, pero las perspectivas futuras siguen siendo inciertas.
La inestabilidad financiera provocada por el incremento de julio y la fortaleza del yen parecen haber paralizado a la política monetaria nipona. "No estamos en una fase en la que debamos subir los tipos inmediatamente", sentenció Ueda, dejando a Japón en el limbo de la inacción.
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El mundo observa con asombro cómo dos de las economías más grandes se aferran a una postura de inmovilismo mientras la Reserva Federal estadounidense da un paso al frente.
La economía japonesa muestra signos de recuperación moderada, impulsada por un tímido repunte en el gasto de los consumidores, pero su motor sigue sin arrancar completamente. China, por su parte, enfrenta una desaceleración que pone en jaque sus ambiciosos objetivos económicos.
Becky Liu, de Standard Chartered, lo dijo sin rodeos: “Seguimos esperando una mayor relajación de la política monetaria a corto plazo, dada la ralentización actual del dinamismo económico”. Sin embargo, Beijing parece empeñada en ignorar las señales de alarma, confiando en que el estancamiento no se convierta en crisis. Con datos de Europa Press.