Por Jesús Nikolái Urraca Matos
Ver el mundo maya desde la perspectiva sin tabúes, complejos, cerrada o prejuiciada es fundamental para entender su mitología. Tal vez para un escéptico o militante religioso que tenga un solo Dios, resultaría complicado aceptar sus principios, pero, aún así es fascinante observar cómo los mayas lograron avances notables en campos como la astronomía y la medicina, basándose en creencias religiosas.
El texto del Popol Vuh se conserva en un manuscrito bilingüe redactado por fray Francisco Ximénez, quien se identifica como el transcriptor (de la versión en maya quiché) y traductor de un «libro» antiguo.
Fray Francisco Ximénez transcribió y tradujo el texto en columnas paralelas de k’iche' y español. Más tarde elaboró una versión en prosa que ocupa los primeros cuarenta capítulos del primer tomo de su Historia de la provincia de Santo Vicente de Chiapa y Guatemala, que empezó a escribir en 1715.
Los trabajos de Ximénez permanecieron archivados en el Convento de Santo Domingo hasta 1830, cuando fueron trasladados a la Academia de Ciencias de Guatemala. En 1854 fueron encontrados por el austríaco Karl Scherzer, quien en 1857 publicó el primer tallado de Ximénez en Viena bajo el título primitivo Las historias del origen de los indios de esta provincia de Guatemala.
El “Popol Vuh” describe la creación del mundo por el Creador y Formador, quien dio vida a la Tierra, los animales y los hombres, con el propósito de recibir gratitud. Los primeros humanos fueron hechos de barro, pero al fracasar, el dios los creó de madera. Finalmente, el Creador limitó la sabiduría de los seres humanos por temor a que pudieran rivalizar con los dioses. Veamos:
“Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Ésta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión. No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo. No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules”, Popol Vuh: 23
Abandonar un poco el pensamiento lógico permite captar cómo los mayas intentaban dar sentido a su entorno. Destaca su cosmogonía de todo, desde dioses hasta objetos inanimados, situando al hombre como un punto medio entre lo divino y lo terrenal.
En conclusión, El “Popol Vuh” o mejor conocido como la Biblia de los mayas, es un texto fundamental de dicha cultura, refleja sus avanzadas ideas sobre la creación del hombre y el mundo, con dioses imperfectos que cometen errores. Además, enfatiza su compleja religiosidad con creencias politeístas, ritos y ofrendas, lo que lo convierte en un tesoro literario y cultural invaluable para entender a esta civilización.
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