Los asesores políticos del presidente Abinader han enfrentado con firmeza esa visión economicista y solamente técnica del equipo fiscalista del gobierno.
El gobierno del presidente Luis Abinader no ha presentado todavía su propuesta concreta de reforma fiscal y por las especulaciones e informaciones extraoficiales que circulan de la misma, se ha provocado una especie de incertidumbre, tensión y desasosiego entre los diversos sectores económicos, sociales y políticos del país.
Para definir los alcances precisos de esta reforma fiscal, la más impactante y dolorosa que va a presentar el gobierno, existe un especie de enfrentamiento entre el equipo económico, sobre todo del lado de los fiscalistas, y los asesores políticos del presidente. Una reforma fiscal integral no es, ni debe ser, solamente un grupo de medidas económicas para lograr que el gobierno incremente sus ingresos y pueda enfrentar sus grandes retos, en especial los pagos que debe hacer de los intereses de la deuda pública, que en la actualidad sobrepasan los 200 mil millones de pesos.
El área fiscalista del gobierno se ha empecinado en llevarle informaciones al presidente Abinader que muestran solo una cara de la moneda de la realidad económica del país. De acuerdo a ellos, es necesario eliminar todas las facilidades y exenciones fiscales de los diversos sectores económicos del país pues afirman que “eso no permite que el gobierno recaude una gran cantidad de recursos”. Y con esa visión radical y fuera de toda lógica han amenazado y han propuesto quitarle los incentivos fiscales al sector industrial, al sector turismo, a las zonas francas y al cine.
Los asesores políticos del presidente Abinader han enfrentado con firmeza esa visión economicista y solamente técnica del equipo fiscalista del gobierno. Han tratado de convencer al primer mandatario que antes de tomar una medida irracional debe escucharse y tomar en consideración los argumentos de los diversos sectores del país y evaluar junto con ellos la mejor salida a la situación, partiendo del hecho de que quitarle exenciones o facilidades a esos sectores podría traer como consecuencia que los mismos puedan dejar de generar empleos, riquezas, disminuya su nivel de pago de impuestos y se incremente la informalidad en la economía.
En ese orden, el artículo publicado la pasada semana por Ligia Bonetti, ex presidenta de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) y una de las líderes de ese sector, es más que aleccionador para el presidente Abinader. Ligia expresó duras críticas a las pretensiones del gobierno de eliminar los incentivos a la industria nacional y en sus reflexiones afirmó lo siguiente: “…parece que hemos descubierto una nueva fórmula mágica: el progreso sin estrategia, la innovación sin incentivos y el desarrollo sin competitividad. Un verdadero enigma para los libros de historia económica”.
En esa misma línea el presidente de Asonahores, David Llibre dijo que si se eliminarán los incentivos al turismo se produciría un golpe demoledor a ese sector que en la actualidad es uno de los tres que mas aportan al desarrollo de la nación. Y fue más lejos al afirmar lo siguiente: “Una caída en la inversión extranjera hotelera se traduciría en un descenso en la oferta de habitaciones para que los turistas pernocten en el país, lo que podría reducir hasta en un 30 % la llegada de pasajeros. Además, si el capital extranjero deja de fluir, alrededor de 780 millones de dólares en recaudaciones estatales se verían comprometidos y, a largo plazo, se reduciría el Producto Interno Bruto (PIB) nominal del sector en 4,000 millones de dólares”.
En cuanto a la pujante industria del cine, los miembros de ese sector económico y cultural de la nación han empezado un amplio movimiento de protesta, ante las amenazas de que le quitarán los incentivos al cine dominicano, eliminando la Ley de Cine 108-10. Productores, directores, actores y empleados de todos los niveles de esta industria que van en un gran ascenso, han expresado que sería un grave error eliminar la Ley de Cine pues eso conllevaría la muerte lenta de un sector económico que no solo le ha dejado beneficios al Estado dominicano sino que ha consolidado la imagen-país, que le ha generado empleos a más de 40 mil personas de forma directa, que ha permitido la llegada de una gran cantidad de inversión extranjera y que ha colocado la carrera de cine como una opción de futuro profesional para nuestros jóvenes.
Como vemos, los técnicos del gobierno no valoran las implicaciones sociales y políticas de una reforma con sentido solo fiscalista. Ante eso, el presidente Luis Abinader debe tener mucho cuidado, pues él es economista y sabe de las implicaciones técnicas de la reforma, pero también es un político que sabe las fuertes y dolorosas consecuencias que traen las medidas impositivas que no son valoradas desde el punto de vista político. De manera particular confío en que el presidente Luis Abinader escuchará los clamores y argumentos de los diversos sectores de la sociedad, y sabrá orientar la reforma fiscal por una ruta correcta que no afecte la paz social ni la estabilidad macroeconómica que, a final de cuentas, es lo más valioso que tenemos para seguir desarrollando y prosperando nuestra querida nación.
Euri Cabral
Economista y Comunicador