Aquí y en otros países del planeta parece que habrá necesidad de hacer revoluciones sin la intervención de reales o supuestos revolucionarios. Decimos esto porque además de los fracasos de algunas revoluciones (o intentos), los Colosos del Norte nunca se quedarán de brazos caídos y sonrisas complacientes ante tales intentos o inventos.
Así las cosas, será necesario que los amantes y seguidores de revoluciones en el planeta, inventen y trabajen a diario, en campos y ciudades, con mejores guías, planes y propósitos.
Si es que desean avanzar en la consecución de sus proyectos.
Pero visto el largo berenjenal dejado por algunas revoluciones en Rusia, China, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua y hoy Venezuela, es improbable que las mismas atraigan a juventudes e intelectuales para participar en dicha aventura, casi siempre armada.
Lo visto no necesita espejuelos y en algunos de esos lugares hubo que finiquitar los planes y redefinirlos hacia proyectos más libertarios y democráticos, con el fin de subsistir como países.
Cuba inició un proceso revolucionario en 1959 con un liderazgo encabezado por Fidel Castro que ilusionó a millones de latinos, asiáticos, europeos y africanos. Pero la ilusión o fiesta no ha dado los frutos esperados.
Estados Unidos de América (USA) impuso un terrible bloqueo económico que hasta hoy se mantiene, y Fidel ni Rusia (como país posterior de apoyo a los cubanos), pudieron romper ese dictamen.
En China, el líder Mao Zedong o Mao Tse-Tung, mostró manos duras para que sus correligionarios trabajasen hasta 18 y 20 horas de cada día, en busca de un desarrollo para su tan masiva población y fracasó, obligando a sus sucesores a cambiar el rumbo y las prácticas socialistas. Hoy China es una realidad mundial, un país o imperio en progreso, sin hablar de revolución ni cosa parecida.
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no logró desarrollarse desde 1917 con las ideas y planes esbozados por Marx, Engels, Henri de Saint-Simón, Ferdinand Lasalle, Lenin, Stalin, Trotsky y otros líderes, quedando liquidado ese proceso entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991.
Tuvo que llegar un Mijail Gorbachov con su perestroika, organizar elecciones inclusivas, transparentes y democráticas dentro de un sistema pluralista, crear la Presidencia, y a la vez permitir después la separación de varios Estados agregados, entre ellos la Ucrania que hoy es defendida por USA en una guerra muy sangrienta.
En Nicaragua y en Venezuela las cosas no pueden estar peor de lo que están, hasta el punto de que en esta última se celebró recientemente un proceso electoral que perdió el oficialismo encabezado por Nicolás Maduro, quien dispuso luego que las actas fueran incineradas y se declaró ganador del proceso.
Esta derrota del “Socialismo” en Venezuela ha causado una tremenda repulsa en el mundo que Maduro, Cabello y Padrino no podrán detener con ningún argumento.
¿Podrá hacerse entonces algún día una revolución sin revolucionarios del tipo que hasta ahora hemos conocido? Lo dudo.
2 de octubre de 2024.
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