Dos mil muertos, hospitales en ruinas, y una infancia destrozada por la guerra
Las cifras son aterradoras: cerca de 2.000 muertos, entre ellos 127 niños, y 9.384 heridos, incluidos 97 trabajadores sanitarios. Así es como Líbano pinta el sombrío panorama dejado por los ataques de Israel, que en el último año han reducido a escombros no solo hogares, sino hospitales y centros médicos vitales.
El ministro de Sanidad libanés, Firas Abiad, denunció este jueves la devastación. En una rueda de prensa que sacudió a la opinión pública internacional, Abiad calificó de “infundadas” las acusaciones de Israel sobre la presunta presencia de armamento en hospitales libaneses, según ha recogido la cadena de televisión libanesa LBCI con eco de Europa Press.
“Están atacando la salud y la vida de nuestra gente bajo falsos pretextos”, afirmó tajante, mientras que decenas de instalaciones médicas siguen sufriendo los bombardeos israelíes.
Desde la reanudación de los enfrentamientos en octubre de 2023 entre Israel y el partido-milicia chií Hezbolá, el conflicto ha escalado rápidamente, con una invasión “selectiva y limitada” anunciada por Israel esta semana.
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Sin embargo, lo que describen como una operación contra “objetivos terroristas” ha dejado en su camino un rastro de destrucción que afecta mayormente a civiles.
Las hostilidades se desataron tras un ataque de Hezbolá en respuesta a la brutal ofensiva de Israel contra la Franja de Gaza, iniciada un día antes.
Desde entonces, la violencia no ha cesado, y el mundo observa con impotencia cómo la guerra cobra cada vez más vidas, mientras los líderes globales permanecen en silencio o, peor aún, justifican la destrucción.
Israel anunció el martes el inicio de su invasión de Líbano, que describió como una operación "selectiva y limitada" contra "objetivos terroristas e infraestructuras" del partido-milicia chií Hezbolá, tras intensificar cerca de dos semanas antes su campaña de bombardeos contra el país, que deja más de mil muertos, entre ellos varios altos cargos del grupo –incluido el líder de la formación, Hasán Nasralá–.
El drama humano continúa sin una solución a la vista, con una población exhausta que lucha por sobrevivir, y una comunidad internacional que se debate entre la indiferencia y la diplomacia fallida.