Una trampa más allá del género: hombres arriesgan más, pero mujeres sufren mayor estigma y depresión
La adicción al juego es un trastorno mental complejo, que afecta de manera diferente a hombres y mujeres. La sociedad y el sistema de salud deben reconocer estas diferencias y ofrecer soluciones que vayan más allá del simple tratamiento de la adicción, abarcando la totalidad de las experiencias y luchas que viven las personas afectadas.
Para entender esa realidad hay que destacar que nueve de cada diez personas con adicción al juego son hombres, pero las mujeres cargan con un peso adicional: el estigma social, junto con tasas más altas de ansiedad y depresión. Así lo advierte la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) durante las XVIII Jornadas de Género y Adicciones Comportamentales.
El doctor Néstor Szerman, psiquiatra y presidente de la Fundación Patología Dual, ha sido tajante: "La adicción al juego no discrimina, pero la sociedad sí". Aunque la impulsividad, un rasgo heredado que se asocia al 80% de los casos, es más marcada en los hombres, las mujeres enfrentan una carga emocional mayor. Ellas no solo luchan contra la adicción, sino también contra la vergüenza y el juicio social.
Diferencias de género en el juego
El cerebro masculino tiende hacia una impulsividad mayor, lo que explica que los hombres asuman mayores riesgos en el juego. Prefieren actividades de apuestas estratégicas y de alto riesgo, mientras que las mujeres tienden a juegos menos arriesgados, como el bingo. Sin embargo, aunque las mujeres juegan de forma más "segura", son ellas quienes sufren las consecuencias psicológicas con mayor intensidad.
El doctor Szerman también destacó que el trastorno por juego es hereditario en gran medida para los hombres, mientras que para las mujeres el entorno social y los factores ambientales tienen mayor peso.
Lo descrito se refleja en las distintas comorbilidades: los hombres con adicción al juego a menudo presentan trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastorno bipolar y psicosis, mientras que las mujeres muestran una mayor propensión a la depresión y la ansiedad.
La patología dual: un enemigo silencioso
El trastorno por juego rara vez aparece solo. Szerman subrayó que la "patología dual", la coexistencia de una adicción y otro trastorno mental, es la norma en estos pacientes. El enfoque hacia el tratamiento debe ser integral, abarcando tanto los aspectos biológicos (como la impulsividad en hombres), los psicológicos y los sociales.
Aunque el tratamiento puede ofrecer resultados positivos y tasas de recuperación significativas, el riesgo de recaídas es constante. "No se trata solo de abstenerse, sino de gestionar una condición clínica que puede reaparecer en cualquier momento", afirmó el psiquiatra.
La barrera invisible para las mujeres
A pesar de que los hombres dominan numéricamente las estadísticas de adicción al juego, son las mujeres quienes enfrentan un mayor estigma social. El temor a ser juzgadas por su entorno a menudo retrasa su búsqueda de ayuda, aumentando el riesgo de desarrollar comorbilidades como la depresión.
Este estigma se convierte en una barrera casi infranqueable. "El hecho de que las mujeres sufran en silencio no hace más que agravar su situación", añadió Szerman. Mientras tanto, el sistema de salud aún tiene que avanzar para ofrecer un tratamiento integral que tenga en cuenta estas diferencias de género.
Tratamiento biológico, psicológico y social
Szerman ha hecho un llamado a que el Sistema Público de Salud en España asuma la patología dual como un estándar de atención, destacando los progresos ya visibles en algunos de los hospitales más importantes del país. "El tratamiento no puede enfocarse solo en el síntoma visible, sino en la raíz biológica y psicológica del trastorno", explicó.
El camino hacia la recuperación de los pacientes con adicción al juego no es lineal. Aunque muchos logran mantenerse en abstinencia, las recaídas son una realidad constante. El estigma, especialmente en las mujeres, sigue siendo uno de los mayores obstáculos, y es urgente que la sociedad aborde este problema con empatía y comprensión. Con datos de Europa Press