Comer menos ayuda, pero la herencia genética tiene más peso en la vida
Durante años, la ciencia ha investigado cómo la alimentación influye en la longevidad. Sin embargo, un reciente estudio en ratones, publicado en Nature, revela que los genes podrían desempeñar un papel más relevante que la dieta en la duración de la vida, superando los efectos del ayuno o la restricción calórica.
Restricción calórica y su impacto en la longevidad
Aunque la reducción de calorías y el ayuno intermitente han demostrado potencial para aumentar la esperanza de vida, los científicos aún intentan descifrar su mecanismo exacto y la forma en que pueden aplicarse a los humanos.
Para profundizar en esa cuestión, un equipo de EE. UU. analizó 960 ratones hembra, todos genéticamente diferentes para representar mejor la diversidad humana y obtener resultados más aplicables a la clínica.
De las cinco dietas probadas en los ratones —desde el acceso ilimitado a alimentos hasta restricciones calóricas del 20 % y 40 %— todas lograron extender la vida. Sin embargo, solo la reducción calórica significativa disminuyó claramente la tasa de envejecimiento.
Más calorías, menos vida
El estudio concluyó que comer menos no solo prolonga la vida de los ratones, sino que también reduce el ritmo de envejecimiento. Los ratones con dietas sin restricciones vivían, en promedio, 25 meses, mientras que aquellos con dietas intermitentes llegaron a 28 meses. Los ratones que consumían el 60 % de su ingesta habitual lograron vivir hasta 34 meses.
Curiosamente, los ratones que vivieron más tiempo no fueron los que más peso perdieron. De hecho, aquellos que perdieron más peso sufrieron problemas de energía, inmunidad debilitada y una menor esperanza de vida.
Este hallazgo sugiere que un equilibrio en la restricción calórica podría ser clave para mejorar la longevidad sin comprometer la salud.
La genética marca la diferencia
Al profundizar en los datos, los investigadores descubrieron que los genes tenían una mayor influencia sobre la longevidad que cualquier tipo de dieta. Las características genéticas aún no identificadas desempeñan un papel crucial en cómo la alimentación afecta a la duración de la vida.
Gary Churchill, autor principal del estudio, señaló que, si bien la pérdida de peso y los cambios metabólicos pueden ser beneficiosos para la salud, no son indicadores seguros de longevidad. Según él, los biomarcadores en la sangre ofrecen una mejor predicción sobre la esperanza de vida.
Limitaciones y efectos negativos de las dietas
A pesar de los beneficios en la longevidad, las dietas restrictivas no están exentas de problemas. Los ratones experimentaron una reducción de la temperatura corporal, hambre persistente y un debilitamiento del sistema inmunológico, lo que los dejó más vulnerables a infecciones. No obstante, estos roedores fueron mantenidos en entornos controlados, libres de patógenos, lo que minimizó los riesgos.
El estudio plantea la necesidad de seguir investigando, no solo sobre cómo las dietas afectan la longevidad, sino también sobre la base genética de la resistencia a los efectos negativos de la restricción calórica.
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