La Sociedad Dominicana de Psiquiatría lanzó un llamado a las autoridades sobre la urgente necesidad de aumentar la inversión en salud mental en el país debido a los desafíos crecientes que enfrenta la población dominicana en esta área.
Es una alerta que merece la atención estatal. Hay muchos ciudadanos con esa enfermedad deambulando en el territorio nacional.
La entidad estima que en este 2024, aproximadamente, el 20% de la población dominicana sufre de algún trastorno mental, bipolar y la esquizofrenia. La estadística actual de la República Dominicana es de 11, 445, 605 de habitantes. El veinte por ciento son 2,289,121. Hablamos de datos alarmantes.
La esquizofrenia afecta el modo de pensar, sentir y comportarse de las personas. Puede dar lugar a una mezcla de alucinaciones, ideas delirantes, así como pensamientos y comportamientos desorganizados. Es lo que dicen los textos de medicina.
De ese fenómeno nos ilustra el fenecido médico psiquiatra, de origen libanés, Antonio Zaglul Elmúdesi, en el libro “Mis 500 locos”. En ese documento explica que la esquizofrenia es una antigua patología genética que los dominicanos llevamos en la sangre. Ahora entiendo la razón de tantos comportamientos bestiales exhibidos por algunos ciudadanos.
Disponemos de pocos hospitales públicos para tratar los trastornos mentales, de manera gratuita. Existen instituciones privadas que ofrecen esos servicios, pero a costos muy elevados que solo pueden asumirlos los adinerados.
Los individuos más pobres son recluidos en el Centro de Rehabilitación Psicosocial Padre Billini del kilómetro 28 de la Autopista Duarte, una edificación estatal construida a mediados de 1960 y en el 2022 fue ampliada o reacondicionada para poder alojar los pacientes que estén ambulatorios en sitios públicos.
En el 2013, en ese lugar había 170 internos. La mayoría no contaba con familiares que los visitaran y reclamaran. Creo que no ha variado esa conducta familiar. Sencillamente, los abandonan a la suerte y allí mueren sin dolientes.
En junio de 2024 se reportó que el Centro alberga 97 usuarios con estadías de mediana y larga duración y 53 “con patologías del neurodesarrollo” atendidos en el Hogar Ángeles Felices. Además, existe un grupo reducido de pacientes con residencia permanente.
Debido al crecimiento de esa enfermedad, la psiquiatría ha ido creciendo en la República Dominicana. Según el estudio “Los inicios de la psiquiatría dominicana” publicado por Herbert Stern, el 29 septiembre de 2018, en el 2013 el país contaba con 178 psiquiatras, 272 psicólogos con maestrías, 138 enfermeras psiquiátricas, 12 trabajadores sociales y 18 terapistas ocupacionales al servicio de los centros psiquiátricos.
La Sociedad Dominicana de Psiquiatría explica que para cubrir adecuadamente las necesidades de salud mental del país, la OMS recomienda contar con 10 de esos especialistas por cada 100,000 habitantes. Señala que, en estos momentos, se cuenta con 298 psiquiatras y 43 residentes en formación, muy por debajo del promedio recomendado para una población de más de 11 millones de personas.
Otro punto inquietante que analizan los galenos es el suicidio, un problema de salud a nivel global, con más de 700,000 personas que cada año se despojan la vida, lo que equivale a 1 de cada 100 muertes. Entre los jóvenes de 15 a 29 años, esa inmolación es la cuarta causa de fallecimiento, después de las lesiones por accidentes de tráfico, la tuberculosis y la violencia interpersonal.
¿Por qué la juventud se inclina hacia el suicidio? ¿Qué los motiva? ¿Qué patrones conductuales los induce? ¿Sería por el abandono paterno o materno, la impotencia de no poder realizar los sueños de prosperidad económica y social?
Nos advierten los galenos que en el terreno local, ese fenómeno también ha mostrado un incremento en los últimos años. Entre 2019 y 2023, la tasa varió entre 6.60 y 7.13 por cada 100,000 habitantes. Naturalmente, se incluyen adultos que se suicidan por causas graves de salud, como deudas, depresión y sentirse rechazado o ignorado.
El asunto se complica más cuando la mayoría de la población no es está en capacidad de costear los gastos de tratamientos de salud mental. Dicen los facultativos que las consultas oscilan entre los 3,000 y 5,000 pesos, lo que resulta inaccesible. Se colige que los pobres son los más afectados. Sospecho que esos profesionales no aceptan seguros de salud para esa eventualidad catastrófica. Esa es la estrategia de algunos especialistas.
La inversión en salud mental debe ser una prioridad en la agenda de nuestra clase gobernante, cualquiera que esté en el poder. Hay que construir más hospitales, que tengan áreas de tratamientos psiquiátricos.
Es el mejor antídoto para tratar a los indigentes mentales. Incluyamos en el listado a muchos conductores de automóviles, motoristas y otros personajes, que en el escenario público dan muestra de que administran cerebros desamueblados.
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