El terror y la violencia pandillera provocan la huida de miles de haitianos.
Más de cuatro mil personas han sido forzadas a abandonar sus hogares en los barrios de Tabarre y Delmas, en Haití, debido al implacable avance de las pandillas que controlan el 80% de la capital. A pesar de los esfuerzos de la Policía Nacional de Haití (PNH) y la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, la violencia sigue expulsando a la población en un éxodo desesperado por sobrevivir.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha contabilizado que cuatro mil 201 ciudadanos han huido de sus casas tras los ataques reiniciados la semana pasada por las bandas armadas. Del total de desplazados, tres mil 487 vivían en Delmas y 714 en Tabarre.
Estos datos demuestran la magnitud de la crisis de seguridad que azota a Haití. Mientras tanto, las autoridades locales, junto a organizaciones humanitarias, intentan atender las necesidades urgentes de los desplazados: alimentos, refugio y protección. Sin embargo, los recursos disponibles son dramáticamente insuficientes.
Despliegue militar y policial, un cerco contra las pandillas
La Policía Nacional de Haití y las tropas extranjeras continúan las operaciones para recuperar las barriadas tomadas por las pandillas. Entre los puntos más críticos se encuentra la comunidad de Solino, que ha sido escenario de cruentos enfrentamientos con los bandidos que se niegan a perder el control.
En Solino, las fuerzas de seguridad lograron avances en áreas como Saint-Michel, Paul Lauchard, Sylvio Cator, Anglade, y Corridor Bastia, pero mantener estas zonas bajo control será un reto monumental.
Desde el 16 de octubre, las pandillas retomaron sus ataques en Puerto Príncipe. Uno de los primeros fue un brutal asalto en la calle Maglorire Ambroise, donde incendiaron casas y forzaron a los residentes a huir en medio del caos.
Apenas un día después, interrumpieron con ráfagas de armas automáticas la ceremonia por el 218 aniversario del asesinato del héroe nacional Jean-Jacques Dessalines, obligando a altos funcionarios del Estado a escapar apresuradamente tras depositar una ofrenda floral.
Los ataques continuaron sin tregua. La banda de Bel-Air atacó los barrios de Solino y Delmas 24, aprovechando la ausencia de los agentes de policía, incendiando varias casas y dejando una niña herida de bala.
La comuna de Tabarre tampoco escapó a la violencia: pandilleros armados con ametralladoras automáticas sembraron el terror, obligando a los habitantes a huir y reduciendo a cenizas varias viviendas.
Haití al borde del colapso
El 18 de octubre, la violencia fue tal que las autoridades se vieron obligadas a trasladar la ceremonia de juramento de los miembros del Consejo Electoral Provisional del Tribunal de Casación a la Escuela de la Magistratura para evitar que los participantes fueran alcanzados por la violencia pandillera.
En medio de los enfrentamientos, dos miembros de las Fuerzas Armadas resultaron heridos de bala y fueron trasladados de urgencia al hospital.
Lo cierto es que el caos pandillero está dejando a Haití al borde del colapso. Mientras la violencia no cese y las operaciones de seguridad no logren consolidar su avance, miles seguirán viviendo bajo la sombra del miedo, huyendo sin garantías de poder regresar algún día a sus hogares. Con datos de Prensa Latina.