La crisis económica se convierte en un veneno para la salud mental.
"El estrés financiero es el sentimiento de preocupación que experimenta una persona debido a problemas económicos, ya sean presentes o futuros", destaca Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en educación financiera. Este sentimiento de inquietud puede surgir ante situaciones de dificultades económicas, ya sean reales o percibidas.
"El estrés financiero en sí no es ninguna variante de estrés", subraya Enric Soler, psicólogo relacional y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. "Podemos decir que una preocupación grave y persistente en un contexto donde el dinero es imprescindible es un factor de riesgo significativo para sufrir un trastorno de ansiedad", añade.
No se trata de una enfermedad, sino de una consecuencia de una mala situación económica personal o familiar que afecta la salud mental del individuo, generando síntomas relacionados con la ansiedad o la depresión. "Hay que ser cuidadosos y no considerarlo una enfermedad. Las enfermedades se describen por criterios científicos y estamos muy lejos de eso", matiza el profesor Soler.
Las Consecuencias de una Mala Economía
Lo que está claro es que una mala situación económica puede tener un impacto real y directo en la vida de las personas. A pesar de que hay un consenso general sobre que el dinero no da la felicidad, la realidad es que la sociedad está orientada al consumo, generando exigencias que estresan a las personas en diversos grados.
"El contexto en el que nos desarrollamos es exageradamente productivo; todo tiene un precio. Tanto tienes, tanto vales. Hemos depositado todo nuestro valor personal en la economía. Y ahí tenemos el resultado", subraya Soler.
El esquema consumista ha soportado hasta la crisis de 2008, que perjudicó seriamente a la clase media. Sin embargo, esta tendencia viene de lejos: según datos del Pew Research Center, la clase media ha menguado 11 puntos en Estados Unidos en los últimos 50 años, pasando del 61 % de los adultos en 1971 al 50 % en 2021. En paralelo, las clases de mayores ingresos crecieron un 7 %, alcanzando el 21 % de la población.
En España, el 55 % de la población pertenece a las clases medias, frente al 61 % de los países de la OCDE. Este porcentaje, en comparación con otros países europeos, como Finlandia, República Checa o Eslovenia, representa cerca de 15 puntos menos.
España ha perdido aproximadamente un 4 % de población en este segmento desde los años 80, alineándose con una tendencia decreciente mundial de cerca del 1 % por década, según datos de la OCDE.
"La clase media va desapareciendo. En la economía hay dinero, pero está mal repartido. Cada año hay nuevos ricos, pero también muchos más nuevos pobres", destaca Elisabet Ruiz-Dotras. "Pocos son los que logran ascender a una clase más elevada", añade, "porque el sistema excluye a los más pobres. Si lo más básico está cada vez más caro y los salarios no suben al mismo nivel, lo único que se consigue es expulsar a estas personas. La mayoría no puede alcanzar este ritmo de vida".
El resultado es una tensión que se manifiesta como presión para cumplir expectativas consideradas normales, pero que requieren un esfuerzo cada vez más difícil de lograr. "Hemos descuidado la relación con nosotros mismos y con los demás. Preferimos ser lo que tenemos en vez de lo que somos", advierte Enric Soler.
Volver a lo Esencial
Aunque el panorama no parece mejorar a corto plazo, la sociedad puede evitar el estrés financiero al equilibrar la necesidad de ganar dinero con la participación en un modelo de consumo extremo.
"Hoy, todos quieren tener de todo: restaurantes, viajes, etc. Estamos ante un cambio hacia una sociedad más consumista", recuerda la profesora Ruiz-Dotras. Esto no necesariamente implica vivir en austeridad, sino utilizar el dinero con una visión a largo plazo.
"Con planificación financiera, se ve la necesidad de ahorrar. Sin planificación, el estrés aumenta porque hay imprevistos. Una planificación financiera correcta nos permite prever la mayoría de los pagos, generando control y reduciendo el estrés", asegura.
Es fundamental reorganizar gastos para alinearlos con los ingresos y ajustar el estilo de vida a las expectativas reales. "Mientras mantengamos la creencia irracional de que valemos por lo que tenemos, enfrentaremos un problema de autoestima que, si no se aborda, se convertirá en dependencia de lo material", asegura.
"Si esta dependencia no se satisface, derivará en ansiedad por conseguir objetivos inalcanzables y en depresión por el colapso de expectativas imposibles", relata Enric Soler.
"Los estudios demuestran que el materialismo tiene una relación negativa con la felicidad. Las personas materialistas suelen experimentar menos satisfacción con la vida, más ansiedad y relaciones insatisfactorias, y a menudo gastan más de lo que deberían", añade la profesora Ruiz-Dotras.
Así las cosas, las especialistas concluyen que la planificación financiera es clave para reducir y evitar el estrés financiero. Es necesario analizar los gastos del último año, identificar recortes y tratar de ahorrar el excedente.
"El ideal de ahorro sería del 20 % de los ingresos, pero lo importante es ahorrar lo que se pueda cada mes, justo al recibir la nómina", enfatiza la profesora. La voracidad de los gastos fijos, como el de la vivienda, destruye la capacidad de ahorro de las familias.
"El ahorro es visto como el excedente de dinero que nos queda después de pagar todo. Si esperamos ahorrar lo que sobra, nunca tendremos suficiente dinero", concluye Ruiz-Dotras.