El conflicto entre Luis Arce y Evo Morales agrava la crisis en Bolivia; bloqueos, huelgas y denuncias.
LA PAZ, Boliviano.- La tensión en Bolivia escala a niveles críticos, en medio de un conflicto que enfrenta al actual presidente, Luis Arce, y al expresidente y líder del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales. Con bloqueos de carreteras, escasez de productos básicos, y denuncias cruzadas que implican incluso al gobierno argentino de Javier Milei, el país atraviesa una crisis que amenaza con desestabilizar el orden social y político.
La situación comenzó a deteriorarse hace más de tres semanas, cuando seguidores de Morales iniciaron bloqueos en carreteras estratégicas, sobre todo en el departamento de Cochabamba. Estos bloqueos han generado desabastecimiento de alimentos frescos y combustible en varias ciudades, intensificando el clima de tensión en un país acostumbrado a protestas, pero no a un conflicto interno de tal magnitud y con actores del mismo partido en bandos opuestos.
Acusaciones cruzadas: el Gobierno de Arce y Morales se enfrentan
El detonante más reciente de esta disputa fue la declaración del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, quien denunció públicamente que Morales estaría instigando a sus seguidores a provocar “muertos y derramamiento de sangre” en las protestas.
Según Del Castillo, el expresidente habría manifestado en privado su interés en que se intensifiquen los enfrentamientos, a pesar de que públicamente pidió un cuarto intermedio en los bloqueos para evitar conflictos mayores.
“Denunciamos a la comunidad internacional y al pueblo boliviano que lamentablemente el señor Morales ha pedido a sus seguidores que necesitan mayores enfrentamientos para conseguir muertos y derramamiento de sangre”, escribió Del Castillo en sus redes sociales.
Esta acusación suma un nuevo capítulo a la creciente disputa que mantiene al MAS dividido, con Luis Arce y su equipo tratando de consolidar el poder mientras Morales intenta conservar su liderazgo y enfrentar una serie de procesos judiciales en su contra.
Bloqueos, huelga de hambre y ocupación de unidades militares
El conflicto no se ha limitado a palabras. Los seguidores de Morales no solo mantienen los bloqueos que han dejado incomunicadas algunas regiones del país, sino que también ocuparon tres unidades militares en el Chapare, una zona clave para el MAS y su base de apoyo rural.
En esta ocupación, aproximadamente 200 militares y personal civil fueron tomados como rehenes temporalmente, una acción que muestra hasta dónde están dispuestos a llegar los simpatizantes de Morales en su intento por presionar al gobierno de Arce.
Como medida extrema, el propio Morales inició una huelga de hambre, en la que demanda la liberación de sus simpatizantes detenidos y el reconocimiento de su candidatura para las elecciones de 2025, determinada en un congreso del MAS celebrado en Lauca Ñ, Cochabamba.
A pesar de que la Constitución no le permite postularse nuevamente, Morales desafía los límites legales en un intento por mantener su influencia en la política boliviana.
Acusaciones de “lawfare” y teorías conspirativas
Morales ha respondido a las acusaciones en su contra con un discurso que recuerda las viejas heridas de la región. En una declaración publicada en la red social X, acusó a Arce y al presidente argentino Javier Milei de liderar una especie de “Plan Cóndor” moderno, un esquema de represión similar al ejecutado por dictaduras sudamericanas en los años 70.
Morales alega ser víctima de un “lawfare”, un concepto que se refiere a la instrumentalización del sistema judicial con fines políticos, y asegura que buscan eliminarlo de la escena política a través de mentiras y procesos judiciales que califica de infundados.
“Desde que soy dirigente me han acusado de terrorista, narcotraficante o asesino. Inventan procesos con fines políticos”, declaró Morales. Actualmente, enfrenta cargos que van desde vandalismo en una reciente manifestación, hasta acusaciones de abuso de menores y trata de personas.
Este último caso ha provocado una gran polémica, ya que se le vincula sentimentalmente con una menor de 16 años, con quien habría tenido una hija durante su mandato.
Las implicaciones para el futuro político de Bolivia
A medida que se cumplen 22 días de bloqueos, Bolivia se enfrenta a una situación de crisis sin precedentes. La fragmentación del MAS, que alguna vez fue el partido unificado y dominante en la política boliviana, plantea interrogantes sobre el futuro del país y de su liderazgo.
La pugna entre Arce y Morales ha puesto de manifiesto divisiones profundas, y la violencia que podría derivarse de estas tensiones amenaza con dejar heridas difíciles de sanar.
La implicación de un país vecino en el conflicto, con Morales señalando al presidente argentino Javier Milei como parte de una conspiración en su contra, podría agregar un elemento internacional a una crisis que hasta ahora parecía puramente interna.
Mientras tanto, Arce intenta balancear su gobierno con un MAS fragmentado y presionado por los bloqueos y la escasez, en un esfuerzo por contener el conflicto sin ceder a las demandas de Morales.
Conclusión: ¿Qué sigue para Bolivia?
Con un escenario político incierto, Bolivia parece encaminada hacia un período de inestabilidad prolongada. La situación de desabastecimiento agrava la crisis y afecta directamente a la población, aumentando el riesgo de que el conflicto derive en enfrentamientos de mayor envergadura.
Tanto Morales como Arce parecen atrapados en una lucha de poder que podría redefinir el panorama político del país en los próximos años, con el pueblo boliviano pagando el precio de una división que hasta hace poco era impensable en el MAS.
Mientras el mundo observa, Bolivia enfrenta uno de los momentos más delicados de su historia reciente, con la incertidumbre sobre qué dirección tomará esta crisis política que amenaza con cambiar el rumbo de la nación.