Nuestra capacidad mental abierta nos distingue y define la evolución infinita
¿Por qué los humanos dominamos el mundo mientras otras especies se quedan atrás? La respuesta, según un estudio revolucionario liderado por Thomas Morgan, antropólogo evolutivo de la Universidad de Arizona State, radica en nuestra "mente abierta".
El investigador considera que la capacidad única de crear, imaginar y comunicar un número infinito de posibilidades es lo que nos hace verdaderamente especiales.
Capacidad de final abierto: la clave de nuestra superioridad
"Los animales están limitados por cómo piensan y actúan", explica Morgan. A diferencia de otras especies, los humanos pueden imaginar secuencias complejas y subobjetivos, lo que nos permite realizar tareas elaboradas sin esfuerzo aparente.
Al respecto cita un ejemplo, cuando preparamos el desayuno, no solo seguimos una receta, sino que orquestamos un conjunto de acciones anidadas, desde reunir utensilios hasta controlar la temperatura perfecta. Todo esto forma parte de un procedimiento elaborado que nuestra mente procesa sin restricciones.
Explica que a medida que otras especies alcanzan un punto muerto en su evolución cultural, los humanos simplemente siguen adelante. Añade que nuestra capacidad de acumular conocimientos y mejorar continuamente nos permite innovar sin cesar.
Morgan y su colega Marcus Feldman, de la Universidad de Stanford, llevaron este estudio un paso más allá al comparar la cultura humana con sistemas de herencia epigenética y efectos parentales en animales como las hormigas cortadoras de hojas y las langostas.
La cultura humana: evolución sin límites
Morgan argumenta que, mientras las culturas animales y los sistemas epigenéticos tienen un tope evolutivo, la cultura humana es infinitamente expansiva.
"Nuestra cultura no tiene por qué detenerse. Sigue creciendo, acumulando nuevas capas de complejidad y adaptabilidad", afirma Morgan.
Esta mente abierta es lo que nos permite crear herramientas, sociedades, tecnologías y filosofías que desafían los límites de lo posible.
Así, en un mundo donde otras especies están limitadas por sus capacidades innatas, los humanos somos los verdaderos arquitectos del cambio, capaces de imaginar lo imposible y convertirlo en realidad.
De esta manera es como dominamos, innovamos y transformamos el mundo que nos rodea, impulsados por una curiosidad insaciable y una mente que nunca se detiene. Con datos de Europa Press.