Vamos a resaltar algunos puntos que pueden pasarse por alto en la historia de nuestro país, y que en el mes de noviembre, dedicado a la Constitución o Carta Magna de nuestro quehacer diario y de la familia pueden pasar desapercibidos.
La historia moderna de la nación dominicana se inicia con la llegada de los conquistadores que se entrecruzan en las encomiendas, la implementación de la esclavitud de los nativos, lo que origina las campañas antiesclavistas de los religiosos dominicos, a los que pronto se unió el Padre de Las Casas.
Al disminuir los indígenas, se sustituyen por los esclavos negros traídos del África. El conflicto entre razas es una situación todavía no resuelta en nuestro país, así como la lucha entre las clases sociales por cuestiones del manejo de los bienes es de tensión constante, en especial por el tema de la corrupción administrativa de los mismos.
En la segunda expedición de Colón, Fray Bernardo Boyl, de la Orden de los Mínimos, ejerció como el primer vicario o delegado de la Santa Sede en América, cargo que no prosperó luego a causa del Real Patronato de Indias. El desarrollo social y eclesial de estas tierras se ha visto mermado a sus mínimos, y en tantos periodos truncado, por la cuestión económica, ideológica y de dependencia que ejercen los países de mayor crecimiento en su poderío industrial.
En la Isla de la Hispaniola se da inicio al primer plan de estructura de Iglesia en el continente recién descubierto por los europeos mediterráneos. La Iglesia Romana busca crear el episcopado americano, con un metropolitano y dos sedes sufragáneas en la isla (1504). Las sedes de la Isla tuvieron sus primeros titulares: Fray García de Padilla para Santo Domingo y Pedro Suárez de Deza para la Concepción de la Vega,. El primero murió antes de ser consagrado, mientras que el segundo llegó a la Concepción a fines de 1514 o principios de 1515. Propuso planes de evangelización para el consolidamiento de la estructura social que se gestaba. En 1510 con la llegada de los dominicos, previo a ellos los franciscanos, hubo una relativa mejoría espiritual. Se emprendieron misiones y expediciones con la denuncia de las injusticias y la violación de los derechos básicos de todas las peraonas.
Alejandro Geraldini, elegido en 1516, el primer obispo efectivo de Santo Domingo, murió el 8 marzo 1524, no sin antes hacer frente a los propietarios de tierras que se constituían en dueños absolutos de todas las instancias y espacios habitacionales.
En 1528 se unieron las dos diócesis de la isla, designado obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, trasladado a Tuy en 1538. Desde sus inicios, la Iglesia no tendrá descanso con la intervención en todos sus asuntos por parte de la autoridad de la corona real y de sus delegados locales. La sana y correcta autonomía de las realidades temporales y las espirituales es otras de las cuestiones pendientes de concientización, ejercicios y liberación de ambas en la sociedad dominicana sin dependencias condiciones y empobrecedoras para ambas en sus fines específicos por su naturaleza misma,
El 1 febrero 1546 se decretó el cese de la jurisdicción metropolitana de Sevilla en Indias y la promoción a sedes arzobispales de Santo Domingo, México y Lima. La primera contaba con las sufragáneas de Puerto Rico, Cuba, Venezuela, Santa Marta, Cartagena y Comayagua. Cartagena pasó a Santa Fe en 1564 y a Santa Marta en 1577. Pronto comenzó la Iglesia Católica a tomar identidad propia sin perder sin nota de universalidad tan característica de ella, así como una cierta autonomía en la implementación y manejo de sus obras educacionales, asistenciales y administrativas, a la vez que cierta libertad en la predicación de los valores y virtudes que han de cultivarse para el bien común.
Los siglos venideros serán de gran penuria para los habitantes del caribe por la deficiente administración de la corona española. Solamente la actividad religiosa podía mantener un poco de cohesión y perseverancia en la población local. Pretendemos en una próxima entrega pasar revista a esta situación mencionada hasta algunos pasos que de avance social en que la Iglesia Católica colaboró hasta llegados sus esfuerzos a la primera mitad del siglo XX.
Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo. Arquidiócesis de Santo Domingo
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