El Presidente salvadoreño niega cifras de 30,000 arrestos arbitrarios.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sorprendió al admitir este martes que su régimen de excepción, implementado hace dos años y medio para combatir a las pandillas, resultó en la detención de 8,000 personas inocentes. "Obviamente, las operaciones no son perfectas", declaró Bukele durante su visita oficial a la cárcel La Reforma en Costa Rica.
"Sin ninguna intención de dañar a personas inocentes, algunos son capturados, de la misma manera que lo son en Francia, Alemania y Japón. Ya hemos liberado a 8,000 personas y vamos a liberar al 100% de los inocentes", afirmó el mandatario, tratando de justificar los errores de su política de mano dura.
Sin embargo, las palabras de Bukele no lograron silenciar las críticas internacionales por las violaciones de derechos humanos bajo su régimen.
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Bukele aprovechó la ocasión para desacreditar los informes de organizaciones de derechos humanos que han documentado detenciones arbitrarias, torturas y muertes en las cárceles salvadoreñas.
Ante la pregunta de una periodista sobre un reporte que denuncia la detención de hasta 30,000 inocentes, Bukele tachó dichas cifras de "inventadas" por opositores políticos. Retó a estas organizaciones a presentar pruebas concretas, acusándolas de manipular datos para socavar su lucha contra el crimen organizado.
A pesar de estas afirmaciones, los familiares de los liberados han alzado la voz, cuestionando las condiciones en que fueron excarcelados. Denuncian que, aunque fueron liberados, los procesos judiciales siguen abiertos y no se ha ofrecido ninguna reparación estatal.
Esta falta de justicia contradice la Constitución salvadoreña, que garantiza el derecho a la compensación por detenciones injustas.
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Desde la instauración del régimen de excepción, Bukele ha sido objeto de duras críticas tanto dentro como fuera de su país. Las denuncias de abusos sistemáticos siguen empañando la imagen del presidente que se autodenomina "el hombre que trajo la paz" a El Salvador.
A pesar de los logros proclamados por su administración en la reducción de la criminalidad, el costo humano parece estar aumentando, dejando en duda si la paz que promueve es genuina o simplemente un espejismo creado a base de represión y control.
Con miles de vidas afectadas y un sistema judicial bajo presión, El Salvador se encuentra en un punto de inflexión. Bukele deberá decidir si continuará su estrategia de mano dura, que tantos aplausos le ha traído entre sus seguidores, o si cederá a las demandas de justicia y derechos humanos que exigen organizaciones internacionales y ciudadanos salvadoreños. Con datos de Europa Press