Manuel Núñez sostiene que el poder de la misión keniana es inferior al de las bandas
Santo Domingo.-El escritor y académico Manuel Núñez no tiene dudas: la intervención de las fuerzas kenianas en Haití es un fracaso anunciado. Según Núñez, las tropas llegaron sin un mandato claro, sin el poder de fuego necesario, y sin la preparación adecuada para enfrentar a las bandas armadas que gobiernan el país.
Núñez sostiene que en lugar de ser una misión de desarme y restauración del orden, las fuerzas kenianas parecen haber sido enviadas con una mentalidad débil, sin conciencia de la violencia brutal que enfrentan y con un vacío de liderazgo. Haití, más que un placebo, necesita una intervención militar real.
La guerra contra las bandas: un imperativo para sobrevivir
Para Núñez, las bandas haitianas son criminales organizados, y enfrentarlas requiere una estrategia bélica, no operaciones de paz simbólicas. “A los criminales no se les arresta; a los criminales se les elimina”, enfatiza el investigador, señalando que el enfoque actual de las fuerzas internacionales es insuficiente e ineficaz.
Según su visión, la solución pasa por una intervención militar radical que aniquile las bandas y establezca una guardia nacional capaz de imponer el orden. Solo entonces podrá Haití aspirar a recuperar la estabilidad.
La comunidad internacional no ve solución en haití
Núñez es pesimista sobre la situación de Haití y la postura de la comunidad internacional. El académico asegura que el mundo sabe que Haití está condenado al caos, y que las bandas han ocupado el vacío de poder estatal.
Considera que con el país sumido en una anarquía total, las bandas controlan territorios, extorsionan a la población y están profundamente involucradas en el narcotráfico. La falta de un gobierno funcional ha condenado a Haití a ser una bomba de tiempo, indica.
Haití, un peligro latente para la estabilidad regional
El académico advierte que la inestabilidad en Haití representa una amenaza para República Dominicana. La frontera con un país fallido pone a la nación en riesgo directo, ya que la violencia y el crimen organizado podrían cruzar fácilmente la frontera.
Núñez destaca que Haití no solo está destruyendo su propio Estado, sino que está poniendo en peligro el turismo dominicano, que es uno de los pilares de la economía.
Si las bandas y el vandalismo se trasladan hacia territorio dominicano, el impacto en la imagen internacional de la República Dominicana podría ser devastador, afectando una industria que ha experimentado un crecimiento sin precedentes.
La crisis haitiana: destrucción interna y falta de responsabilidad internacional
Para Núñez, la responsabilidad de la crisis haitiana recae principalmente sobre los propios haitianos y las políticas internas desastrosas que han llevado al país al borde del colapso total.
La comunidad internacional ha sido cómplice de esta situación al ignorar las causas profundas del conflicto, mientras República Dominicana se convierte en la víctima de una destrucción sistemática que escapa de su control.
Deportaciones masivas: una medida de soberanía necesaria y urgente
En cuanto a la decisión del gobierno dominicano de deportar a los indocumentados haitianos, Núñez la considera una medida absolutamente necesaria. “No hay vergüenza en ejercer la soberanía”, afirmó, destacando que todos los países ejercen este tipo de medidas para preservar su seguridad y orden.
Para él, deportar a los ilegales es una respuesta legítima y debe ser vista como una acción proactiva para defender la integridad nacional.
Una solución militar es la única salida para Haití
Núñez concluye con una fuerte crítica a la comunidad internacional: Haití necesita una intervención militar real, no un esfuerzo simbólico.
En su opinión, cualquier estrategia de intervención que no esté enfocada en aniquilar las bandas y restaurar el orden de manera efectiva será simplemente un parche temporal que solo prolongará la crisis humanitaria.
Preciso que sin un cambio radical, Haití seguirá siendo un polvorín de violencia, y la región será testigo de consecuencias aún peores.