Nuevo estudio de la NOAA proyecta más temporadas de huracanes extremas y menos normales.
MADRID, 26 Nov. (EUROPA PRESS) – Un nuevo estudio de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) ha concluido que la variabilidad en la actividad de ciclones tropicales en el Atlántico Norte aumentará significativamente en los próximos años.
Este fenómeno provocará temporadas de huracanes más extremas, tanto activas como inactivas, mientras que las temporadas cercanas a la normalidad serán cada vez menos frecuentes.
El estudio, publicado en Science Advances, analizó cómo la frecuencia y la energía ciclónica acumulada (ACE) en el Atlántico Norte podrían cambiar en el futuro. La ACE es una medida clave utilizada para evaluar la actividad ciclónica durante la temporada, tomando en cuenta el número y la intensidad de los huracanes.
Desde la década de 1990, los estudios han mostrado un aumento en la frecuencia de temporadas de huracanes inusualmente activas o inactivas. La simulación de modelos informáticos predice que, hacia mediados de siglo, la variabilidad aumentará en un 36% adicional, especialmente en la región central del Atlántico Norte, una de las áreas más propensas a la formación de tormentas tropicales. Este incremento está vinculado a cambios en los vientos y las temperaturas oceánicas, lo que afectará directamente la formación de ciclones tropicales.
Condiciones para la formación de ciclones tropicales
Para que un ciclón tropical se forme, deben cumplirse varias condiciones meteorológicas y oceánicas. Estas incluyen una perturbación atmosférica preexistente, aguas oceánicas cálidas (por encima de los 26°C), actividad de tormentas eléctricas y una baja cizalladura vertical del viento, que es la diferencia de velocidad del viento entre la parte superior e inferior de la tormenta. Una cizalladura alta puede inhibir el desarrollo de huracanes.
El estudio destaca que los cambios en la cizalladura vertical del viento, junto con la variabilidad en la estabilidad atmosférica, están impulsados por las diferencias de temperatura entre los océanos Atlántico y Pacífico, lo que contribuye a un aumento en la variabilidad ciclónica.
En palabras de Hosmay López, oceanógrafo de la NOAA y autor principal del estudio, “la variabilidad histórica de un año a otro en las temporadas de huracanes es mucho mayor que cualquier tendencia futura proyectada en la actividad de huracanes”.
López subraya que, aunque el consenso científico indica una reducción de dos tormentas por año, la cantidad de huracanes con nombre en la región muestra oscilaciones extremas, como las 28 tormentas de 2005 y las 8 de 2014.
Impacto de la variabilidad en la predicción y preparación
El estudio también revela que, aunque el número total de huracanes no cambiará drásticamente a lo largo de los años, la probabilidad de que haya temporadas extremadamente activas aumentará debido a las mayores variaciones entre años.
Este aumento en la variabilidad de las temporadas de huracanes traerá consigo un incremento en los períodos tanto inactivos como activos, mientras que las temporadas “normales” serán cada vez más escasas.
Para los pronosticadores y responsables de la gestión de emergencias, la creciente variabilidad presenta desafíos significativos. La dificultad para predecir la intensidad y la frecuencia de los ciclones dificultará la planificación y las respuestas ante desastres.
Como ha ocurrido en años anteriores, como en 2005 y 2020, algunas temporadas podrían ser extremadamente destructivas, mientras que otras podrían resultar tranquilas.
Esto implicará que las comunidades en áreas vulnerables a huracanes deberán adaptarse a un panorama cada vez más incierto, con temporadas que podrían oscilar entre la calma y la devastación.
Este escenario subraya la importancia de mejorar las capacidades de predicción y preparación ante desastres para mitigar los impactos de los huracanes en las regiones del Atlántico Norte.