El panorama político en Corea del Sur se torna crítico tras la declaración y levantamiento de una polémica ley marcial por parte del presidente Yoon Suk Yeol. La medida, que buscaba “erradicar fuerzas afines a Corea del Norte”, ha desatado una oleada de protestas, huelgas y una moción de censura contra el mandatario, alimentando la inestabilidad en el país.
Tensión política y militar
El almirante Kim Myung-soo, jefe del Estado Mayor surcoreano, ordenó máxima vigilancia a las tropas para enfrentar posibles amenazas norcoreanas. Durante una reunión de emergencia, Kim destacó la importancia de la disciplina operativa y la seguridad pública, en un esfuerzo por mitigar la crisis generada por la ley marcial, levantada tras intensas presiones políticas y sociales.
La Asamblea Nacional, dominada por la oposición, considera que Yoon violó la Constitución al decretar la medida sin cumplir los requisitos legales. “La declaración de la ley marcial es un acto de rebelión y una clara violación constitucional”, afirmó el Partido Demócrata en una resolución. Este jueves, la oposición presentará una moción de censura, mientras que sectores radicales demandan un juicio político inmediato.
El Partido de la Reconstrucción de Corea calificó la acción del presidente como “traición”, exigiendo su destitución. Según Hwang Un-ha, líder de la formación, “la Asamblea Nacional debe actuar con rapidez para suspender las funciones del presidente y restaurar la estabilidad institucional”.
La Confederación Coreana de Sindicatos, el mayor organismo sindical del país, anunció una huelga general indefinida en rechazo a lo que calificaron como “un régimen antidemocrático”. Desde este miércoles, convocaron protestas masivas en la plaza Gwanghwamun, epicentro de la indignación popular.
“El presidente ha mostrado su verdadera naturaleza dictatorial. No nos quedaremos de brazos cruzados”, declaró el sindicato durante una rueda de prensa. Además, celebraron el fracaso de Yoon al intentar imponer su agenda mediante medidas extremas. “Es hora de juzgar a quienes traicionaron al pueblo”, añadieron.
El impacto de la huelga podría paralizar sectores clave de la economía surcoreana, intensificando la presión sobre el gobierno. Diversos analistas advierten que el descontento social, combinado con la polarización política, podría derivar en una crisis prolongada.
La comunidad internacional observa de cerca el desarrollo de los acontecimientos, mientras se teme un deterioro en las relaciones intercoreanas. Las autoridades militares han intensificado las operaciones de vigilancia para prevenir incidentes con Corea del Norte, en medio de esta situación de vulnerabilidad política.
Con la oposición fortalecida y la sociedad civil movilizada, el futuro del presidente Yoon Suk Yeol parece incierto. Su capacidad para sortear la moción de censura y enfrentar la creciente indignación social determinará el curso de los próximos días.
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