Vista de Alepo, en diciembre de 2024, la ciudad más poblada de Siria y una de las más martirizadas durante los 14 años de guerra civil en el país. Imagen: Ocha
Líderes destronados: entre la impunidad y la rendición de cuentas
En el mundo brutal de la geopolítica, los líderes derrocados oscilan entre la muerte violenta y el exilio amargo. El Medio Oriente y Asia han sido testigos de episodios desgarradores donde la represión, el conflicto y la supervivencia han moldeado la historia.
Los regímenes autoritarios de Sadam Husein en Irak y Muamar Gadafi en Libia ejemplificaron la tragedia final de los tiranos.
Condenado por crímenes contra la humanidad, Sadam fue ahorcado por un tribunal iraquí, mientras que Gadafi encontró una muerte aún más salvaje: brutalmente golpeado y fusilado por rebeldes.
Estos finales representan el castigo extremo que algunos dictadores enfrentan por sus atrocidades.
No todos los dictadores encuentran la muerte. Zine el Abidine Ben Ali (Túnez), Hosni Mubarak (Egipto) y Ali Abdullah Saleh (Yemen) escaparon al exilio tras ser derrocados.
En Asia, líderes como Gotabaya Rajapaksa (Sri Lanka) y Ashraf Ghani (Afganistán) huyeron en busca de refugio, mientras la amenaza de represalias se cernía sobre ellos.
Rajapaksa regresó a su tierra natal, pero no a su poder perdido. Ghani, educado en la élite académica occidental, admitió en su huida que los talibanes le habrían colgado en Kabul, un macabro destino que ya había sufrido el expresidente afgano Najibullah en 1996.
El caso de Bashar al Assad en Siria evidencia el fracaso de la justicia internacional. A pesar de liderar un régimen que cometió crímenes de guerra y contra la humanidad, Assad encontró refugio en Rusia, protegido por uno de sus aliados más poderosos.
El conflicto sirio dejó cifras devastadoras: más de 100,000 desaparecidos, 14 millones de desplazados y el uso de armas químicas contra civiles. Sin embargo, la posibilidad de que Assad enfrente un juicio parece remota.
La larga guerra civil siria no solo culpa a Assad, sino también a las potencias que alimentaron el conflicto: Rusia, Turquía, Irán, Estados Unidos e Israel.
Mientras los civiles sufrían, estas naciones jugaron un juego de poder, dejando a millones de refugiados en países como Líbano, Turquía y la Unión Europea.
Las instituciones internacionales como la Corte Penal Internacional carecen de fuerza para imponer justicia. Según expertos como Stephen Zunes, el colapso del régimen de Assad no fue militar, sino político. La pérdida de legitimidad interna, sumada al desgaste de las alianzas, selló su destino.
No obstante, el desafío persiste: ¿cómo garantizar justicia para las víctimas sin abrir nuevas heridas? Human Rights Watch y líderes como Lama Fakih insisten en que cualquier nuevo gobierno sirio debe romper con el ciclo de represión y establecer un sistema de justicia que respete los derechos humanos.
El académico Jennings cuestiona la hipocresía internacional: ¿dónde estaban las condenas mientras Siria se desangraba durante 14 años? La brutal represión de Assad en 2011, originada por las protestas de la Primavera Árabe, marcó el inicio de un conflicto que dejó a una nación en ruinas.
Jennings concluye con un mensaje sombrío: los líderes como Assad no solo destruyen naciones; destruyen también la fe en un mundo más justo. Sin justicia real, los ciclos de violencia continuarán.
Lo cierto que por ahí andan tiranos y familias tiránicas cometiendo las más abominables tropelía contra ciudadanos, que por sus creencias religiosas diferentes o ideología políticas que no le cuadran, son sometidos a largas penas de cárceles o le extingue sus vidas para siempre.
Estos dictadores tienen el beneplácito de los hegemones del mundo porque si les cuadran sus acciones y postura políticas. Los que no se arrodillan, sean democráticos o no, son acorralados y bloqueados a fin de que sean sus poblaciones las que se encarguen de echarlos del poder.
Los dos últimos párrafos son del autor de este resumen en base al artículo escrito por Thalif Deen para la agencia IPS: https://ipsnoticias.net/2024/12/cuando-lideres-derrocados-buscan-refugios-seguros-para-escapar-de-la-carcel-o-la-muerte/
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